domingo, 20 de noviembre de 2022

El fino analista de una sociedad que detestaba

Hace escasas fechas, en la misma editorial Acantilado, Antoine Compagnon nos daba un «Baudelaire, el irreductible» que iba en la línea de considerar al autor de “Las flores del mal” como de un alma libre, un librepensador, un moderno antimoderno, lleno de ambivalencias, cuando no de hipocresías. Y es que, en efecto, Baudelaire abanderó un ánimo ansioso de resistencia ante el mundo moderno que florecía en el segundo tercio del siglo XIX, aunque se benefició de lo que aquella sociedad, en torno a los ámbitos de la prensa o la fotografía, generaba. Tenemos, de esta manera, al hombre al que todo le repugna, que todo lo critica agriamente, aunque anhele publicar en los periódicos y dejarse retratar.

En esta sociedad que tanto le desagradaba, Baudelaire destacó como un fino analista de todo tipo de manifestaciones artísticas: la música, la estética, la literatura, el arte y la traducción. Y es esto lo que ahora se ha reunido gracias al excelso trabajo del traductor José Ramón Monreal, responsable asimismo de las notas y de la selección de textos. La obra de Wagner, la vida y escritos de Poe, “Los miserables” de Victor Hugo, reflexiones sobre sus contemporáneos, unos consejos a jóvenes literatos, la pintura de Delacroix… Toda esta gran cantidad de asuntos de máximo interés cultural parte de una intención de plena independencia crítica por parte de Baudelaire, que en su comentario del Salón artístico de 1845, decía no tener ni amigos ni enemigos, de ser por completo imparcial. Y no cabe dudar de ello.

Publicado en La Razón, 19-XI-2022