sábado, 4 de febrero de 2023

Entrevista capotiana a Carlos Floriano

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carlos Floriano.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Uno desde el que pudiera ver la salida o la puesta del sol; en su defecto, que me permitiera contemplar el horizonte o el campo lleno de encinas y, lo suficientemente silencioso, como para poder escuchar la leña al arder en la chimenea.

¿Prefiere los animales a la gente? Depende de qué animal y de qué gente.  

¿Es usted cruel? No solo no me deleita el sufrimiento ajeno, sino que, con toda humildad, dedico mi vida a combatirlo. Detesto la crueldad.

¿Tiene muchos amigos? No sé si son muchos o pocos, pero sí que son muy buenos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Lealtad y sentido del humor.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Los acepto como son, por eso nunca me decepciono con ellos. Y si alguna vez lo he hecho, ya no me acuerdo.

¿Es usted una persona sincera? Sinceramente educado.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Con una conversación inteligente.

¿Qué le da más miedo? A estar consciente y ser dependiente.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me indignan los opresores, los abusones en cualquier circunstancia.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Escribo, pero me produce tanto respeto lo de “ser escritor”, que sería una osadía por mi parte considerarme como tal. No me imagino con otra ocupación, pero si tengo que hacerlo,  supongo que hubiera preparado oposiciones.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, jugué a tenis y a pádel. Ahora llevo un tiempo practicando artes marciales.

¿Sabe cocinar? Tres cosas, el resto las hago al dictado de un buena cocinera. Pero hago una pularda que es casi un mito.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Clara Campoamor, Chaves Nogales, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Stefan Zweig, Dali… qué pregunta más difícil.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Libertad.

¿Y la más peligrosa? Igualitarismo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, nunca.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Solo entiendo la política para propiciar la igualdad de oportunidades y, en ese sentido, las ideas más eficaces para alcanzarla son las liberales y reformistas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Otro ser humano, hombre o mujer, pero más paciente.

¿Cuáles son sus vicios principales? Casi respondo en la pregunta anterior, porque he cumplido el propósito que me había hecho al principio de no leer las preguntas que no estuviese contestando. Pero por si hubiera alguna duda lo digo, mi vicio principal es la impaciencia.

¿Y sus virtudes? Esta pregunta la deberían contestar los que me conocen, pero como es imposible y no me gusta dejar preguntas en blanco, diría que la capacidad de trabajo y la tolerancia.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Sé que no me voy a mover en el esquema clásico, pero esperaría que fuesen las de dar impulsos para salir, llegando a la superficie y tomando aire...

T. M.