En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Guillermo Anguera.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Si se trata de un
lugar cerrado, mi casa es mi santuario. Si hablamos de límites más laxos, como
una ciudad o una región, diría que algún pueblo de la periferia de Barcelona.
¿Prefiere los animales a la gente? No, me encantan los animales, pero prefiero la compañía de las personas.
¿Es usted cruel? No
me tengo por una persona especialmente cruel. De hecho, creo que tiendo a
empatizar más de lo razonable en situaciones que exigirían un poco más de
temperamento.
¿Tiene muchos amigos? Bastantes y antiguos. Hacer amigos no es difícil, mantenerlos en el
tiempo es lo difícil.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Honestidad, empatía, desafío intelectual, confianza, lealtad,
diversión... Me gusta la gente que te hace sentir bien. Aunque luego la amistad
termina surgiendo en cualquier rincón y es independiente de lo que busques.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Creo que tengo buen ojo para las amistades nuevas. Las viejas
difícilmente podrán decepcionarme (por aquello de que uno ya sabe de qué pie
cojean).
¿Es usted una persona sincera? Sí, se me nota enseguida cuando miento.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leer, escribir, boxear, carpintería, no en ese orden necesariamente.
¿Qué le da más miedo? La muerte de personas cercanas a las que quiero.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Esa gente que es capaz de
mentirte en la cara. Eso y la burocracia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Pienso
que las personas que hacen una sola cosa se pierden gran parte de la vida. Así
que procuro hacer tantas cosas como puedo. Me da un poco igual eso de ser el
mejor en todo lo que haces. Si lo que haces te satisface, adelante. Con esto
quiero decir que no tengo que aventurar qué estaría haciendo si no fuera
escritor. Ya lo hago: escribo, trabajo la madera, boxeo, viajo...
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. Boxeo.
¿Sabe cocinar? Me
considero un cocinero de supervivencia, aunque mis comensales suelen acabar
contentos.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Black Alien Project. Es un tipo que decidió someterse a cirugías para
parecerse a la imagen estereotipada de un alienígena.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? «Amor» o «querer», supongo.
Será un tópico, pero desconfío de quien diga otra cosa...
¿Y la más peligrosa? Fanatismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, por suerte.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Izquierdas. Con cierta tendencia al desencanto.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Se me ocurren personas, incluso animales, que me podría gustar ser. Pero
no me imagino convertido en un objeto, de ningún tipo.
¿Cuáles son sus vicios principales? En ocasiones tiendo a mirar demasiado hacia mí mismo. También miro el
móvil más de lo que me gustaría. Y como más
hamburguesas y pizza de las que debería.
¿Y sus virtudes? Soy
disciplinado y comprometido. Se puede confiar en mí y estoy ahí cuando hace
falta.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Imágenes de la familia y personas a las que quiero e inevitablemente un
pensamiento fugaz de cómo será eso de morirse y si va a doler.
T. M.