jueves, 30 de marzo de 2023

Entrevista capotiana a Javier Salvago

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Salvago.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa, el lugar que me protege de las miradas del mundo y en el que puedo ser enteramente yo.

¿Prefiere los animales a la gente? He descubierto tarde a los animales. Los descubrí gracias a mi gato, que me enseñó a mirarlos a los ojos. Me producen más ternura y más piedad los animales, quizá porque los animales, por salvajes que sean, son inocentes. La gente casi nunca.

¿Es usted cruel? Creo que no. O, por lo menos, no lo soy de manera natural. Pero llevado a un límite, es posible que lo fuera.

¿Tiene muchos amigos? Tengo los amigos de la infancia, los pocos que van quedando vivos, pero no tengo apenas trato con ellos. Los amigos que he hecho después son casi siempre compañeros circunstanciales. La verdad es que amigos, lo que se dice amigos, creo que no tengo. Y tampoco sé si los necesito.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Ninguna.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. No me suele decepcionar nadie porque no espero nada de nadie. Entiendo que cada uno es como es, y lo acepto.

¿Es usted una persona sincera? Conmigo mismo, creo que sí. Con los demás, no siempre. Miento cuando es prudente o necesario, pero no me gusta mentir.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Ahora todo mi tiempo es libre. Lo ocupo principalmente escribiendo relatos y últimamente también novelas, o folletines. Muy de tarde en tarde, algún poema.

¿Qué le da más miedo? La vida eterna.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? No me escandaliza nada porque me lo espero todo del ser humano, hasta las peores canalladas. Pero me rebela y me indigna que los malos se salgan con la suya.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No lo sé, nunca he tenido demasiado interés en ser nada, salvo en ser escritor.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Hasta hace poco, caminaba todos los días y hacía unas cuantas flexiones y unos cuantos abdominales. Ahora ya me va costando.

¿Sabe cocinar? No, porque no me he puesto, pero creo que tengo imaginación y buena mano para la cocina. Las pocas cosas que hago, me salen muy bien; sobre todo, las gambas al ajillo y, en general, cualquier cosa al ajillo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? No hay ningún personaje inolvidable al que recuerde tanto como para querer escribir un artículo para el Reader’s Digest.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? No me gusta la esperanza en ningún idioma. Se pierde mucho tiempo esperando.

¿Y la más peligrosa? Odio, y todo lo que arrastra: crimen, guerra, mentira, persecución, campos de concentración, pelotones de fusilamiento…

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Supongo que sí, aunque seguramente habría sido incapaz de hacerlo. Alguna vez he matado en sueños y lo he pasado fatal.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Anti todo lo que nos han dicho que es lo bueno, lo justo y lo necesario sin serlo. Me reconozco bastante radical.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Me gustaría no ser nada; es decir, no ser, no existir.

¿Cuáles son sus vicios principales? He sido muy vicioso, me he enganchado a todo lo que he tocado. Ahora no sé si tengo vicios. Quizá escribir. Bueno, he vuelto a tomar café.

¿Y sus virtudes? Fui un niño virtuoso, pero no creo que me queden virtudes. Aunque quizá siga siendo más virtuoso de lo que creo.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi hijo, mi mujer, mi gato…, mi casa.

T. M.