A nadie extrañará encontrar obras de John Ronald Reuel Tolkien en el “top ten” de las más vendidas de todos los tiempos, con más de cien millones de ejemplares de “El hobbit” y “El señor de los anillos”. Esa cantidad no cesa de aumentar merced a la continua reedición de sus escritos, que abarca su correspondencia. El autor inglés murió en 1973, tras una breve enfermedad, y a inicios de la década siguiente apareció una selección de sus cartas que servía de autobiografía al abordar diferentes etapas de su vida y muchas gentes de su entorno, tanto en el plano personal y familiar como laboral, académico y literario.
Su andadura profesional transcurrió en Oxford, primero como profesor de anglosajón y luego como profesor de lengua inglesa y literatura, y allí pudo estudiar la época medieval e idear su mundo propio, que tan agudamente interpretó su colega de universidad y amigo C. S. Lewis. Al reseñar en 1954 “La comunidad del anillo”, el autor de “Crónicas de Narnia” destacó cómo Tolkien creó un mundo de criaturas extrañas que, sin embargo, iba a conmover a quien leyera la novela, añadía Lewis.
Y algo parecido puede decirse de su epistolario, que ahora aparece en edición ampliada de HarperCollins, con unas ciento cincuenta cartas inéditas. El trabajo viene a cargo del editor en su momento de aquellas cartas, Humphrey Carpenter, único biógrafo autorizado de Tolkien y muerto en 2005, y del hijo del escritor y albacea Christopher Tolkien (este desaparecido en 2020). En su día el editor de aquella correspondencia pidió que se redujera la selección original, que es lo que cobra luz en este otoño.
En él, el amante de la Tierra Media descubrirá las opiniones y
sentimientos de un Tolkien que comenta su propia literatura, sus vivencias en
Oxford, su visión de la sexualidad… por medio de mensajes a familiares y
amigos. Por su parte, la editora Jennifer Hart ha descrito esta edición nueva
de cartas como de "íntima y sincera” que refleja a un hombre “sabio, divertido,
fascinante”. De hecho, en marzo se descubrieron dos cartas inéditas de Tolkien que
tienen que ver con una alumna, la
belga Simonne d’Ardenne, que
estudió en Oxford en los treinta y se hizo estrecha amiga de su profesor
y de su familia. En ese par de cartas, Tolkien se
dirigía al British Council solicitando una beca para que esta discípula suya pudiese
continuar en Oxford sus trabajos filológicos, lo cual acabó logrando. Pero,
volviendo a estas renovadas “Letters”, el lector le sorprenderá leer cosas como
“Vivo con miedo de recibir una nota de S. Gollum”,
tal era la implicación del autor en su universo fantástico.
Qué pensaría hoy en día
Tolkien, a cincuenta años de su muerte, al ver en el cine a este personaje, obsesionado con su anillo, y que ha dado pie a lo que se llama síndrome
de Gollum. Este está relacionado, ciertamente, con la preocupación, también de
tinte obsesiva y posesiva, de aquel que emprende un negocio que cree
irresistible, original e inmejorable, y que, por supuesto, le hará rico. En
fin, ¿hay alguna duda de que vivimos en la edad del constante autoengaño y que,
para ello, las referencias literarias son aún tan útiles y socorridas como en
la Antigüedad?
Publicado en La Razón, 6-XI-2023