Ya queda lejos la fecha del inicio de la carrera literaria, el año 1979, con “Memoria de elefante”, de António Lobo Antunes (Lisboa, 1942), quien antes había estudiado medicina y ejercería su profesión en un hospital de su ciudad natal hasta 1985. Esta novela corta ya avanzaba uno de los asuntos mayores en su narrativa: la guerra de Angola, que vio de cerca como médico militar durante veintisiete meses. Y es que aquel tratamiento de lo bélico como algo próximo y cotidiano parece que aún le persigue, pues en esta su nueva historia, “Hasta que las piedras se vuelvan más ligeras que el agua” (traducción de Antonio Sáez Delgado), presenta el efecto de tal horror en una familia concreta.
El lector reconocerá los ítems narrativos de Lobo Antunes, junto con su tan singular empleo de lo ortotipográfico en el texto, como la impronta inevitable de esa memoria elefantina que arrastra desde joven: “Y esta noche, he vuelto a soñar con África, no ataques que empezaban siempre con la ametralladora…”, se lee al comienzo. Así, lo que cuenta es tan importante como la forma de hacerlo, con esa cadencia poética y evocadora que embellece una prosa bañada de personajes de varias generaciones. Y, como suele ocurrir en sus relatos, la ternura da paso al instante a la violencia más descarnada, atizada por las remembranzas de un tiempo crudamente real para los entes de ficción que parecen haberse transformado en antiguas fábulas.
Publicado en La Razón, 18-XI-2023