Hace tres años, del ensayista Bernd Brunner (Berlín, 1964) nos llegaba su historia de una estación climática concreta, “Cuando los inviernos eran inviernos”, y ahora se centra en algo tan particular también como un punto cardinal. En “La invención del norte” (traducción de José Aníbal Campos González) parte de una hermosa cita de Emily Dickinson, “No puede el marinero ver el norte, pero sabe que la aguja sí”, para hablarnos de una latitud que en sí misma guarda leyendas y acontecimientos señeros a lo largo de la evolución humana. De este modo se asoman al libro los relatos de viajeros en suelo nórdico, fruto de la realidad tanto de la fantasía, tomando como punta de lanza el gabinete de curiosidades de un coleccionista, el danés del siglo XVII Ole Worm, con objetos de caza, pesca y mobiliario, que da buena cuenta de que el interés por las regiones septentrionales es antiguo.
Publicado en La Razón, 9-XII-2023