Dice Hans Magnus Enzensberger (1929-2022) que la palabra “viñeta” proviene del francés “vignette” y que es el diminutivo de viña; en efecto, al comienzo designaba la variedad de la uva, pero también con dicho término podemos referirnos a “un tipo de retrato pequeño, especialmente apreciado en el siglo XIX, cuando se puso de moda pintar a las personas queridas en miniaturas ovales que a menudo se llevaban colgadas del cuello, como un recuerdo o un talismán”. Eso es lo que pretendió el escritor alemán en “Artistas de la supervivencia” (traducción de Carlos M. Pina), perfilar la vida y obra de una serie de autores, más de sesenta, que en muchos casos estuvieron en contextos totalitarios o sufrieron toda clase de oprobios por el hecho de ser judíos.
En este sentido, destacan los numerosos textos de contexto estalinista: Gorki,
Pasternak o Ajmátova, o de aquellos, también afectados por regímenes
totalitarios, que eligieron exiliarse, como Kadaré o I. B. Singer; sin embargo, el afán
superviviente de estos no puede compararse con el de otros aquí convocados,
caso de Pessoa, Breton o Arthur Miller, con lo cual el criterio homogeneizador
de Enzensberger no se acaba de entender. En todo caso, se trata de viñetas
sobre todo informativas. Por eso se echa de menos que el autor hubiera
profundizado mucho más en su visión personal sobre tantas figuras sobradamente
conocidas, como D’Annunzio, “un payaso contra su voluntad y, como todos los
payasos, una persona triste”, del que recomienda visita su casa en Gardone
junto al lago de Garda.
Otra cosa distinta, aparte de ver cuáles fueron sus poetas favoritos, por
ejemplo, Gottfried Benn, es hallar un aliciente a la hora de conocer brevemente
la trayectoria de escritores muy poco conocidos para el lector español, como Ricarda
Huch, Annette Kolb, Lu Xun, Alfred Andersch o Kôbô Abe, así como ver lo que le
despertaron algunas personalidades del orbe hispano: Vallejo, Neruda, Paz,
García Márquez y Cela, del que dice cosas como esta: “No sé por qué esta
persona me resultaba tan antipática. No lo conocí nunca personalmente, ni él a
mí. Nunca me hizo nada”.
Publicado en La Razón, 16-XII-2023