domingo, 17 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a José Federico Barcelona

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Federico Barcelona.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Posiblemente elegiría la Isla de Utopía, aquel viejo lugar descrito por Tomás Moro que tantos han tratado de alcanzar sin éxito.

¿Prefiere los animales a la gente? No puedo contestar con una afirmación absoluta. Hay gente a la que nunca preferiría frente a determinados animales, y animales que nunca desearía tener cerca de mí por más que estuviera rodeado de personas indeseables. Pero como la pregunta encierra varias capas, atendiendo a la más universal diría que prefiero a la gente.    

¿Es usted cruel? No, que yo sepa. Pero la crueldad, como la humanidad, la piedad, etc., son naturalezas que deben de ser juzgadas por los demás antes que por uno mismo.

¿Tiene muchos amigos? Sí... en distintos estratos o niveles de amistad. El nivel de amistad más cercano a mí no lo habitan más de 5 0 6 personas (incluida aquella con la que convivo).

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Son parcialmente diferentes, lógicamente, según los vínculos que nos unen. Pero haya una idea general de amistad que está elaborada con materiales (ideas, sentimientos, emociones, empatías, comportamientos...) básicos de buena humanidad compartidos. No son difíciles de localizar en ejemplos de personas concretas, incluso en declaraciones universales que debieran guiarnos. Me dan igual sus gustos y capacidades deportivas, musicales, literarias, etc.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Ha habido algún caso, muy pocos. Pero la decepción es una emoción inteligente que ha sabido esfumarse con discreción y sin dejar profundas huellas.

¿Es usted una persona sincera? Trato de serlo siempre, procurando que mis palabras ayuden y no provoquen un mal mayor en las personas que las reciben. La sinceridad que cierra los ojos de forma incondicional e inmisericorde a los efectos dañinos que puede ocasionar, es más prepotencia y crueldad que veracidad y franqueza. Hay que saber decir para ayudar, salvo en casos muy excepcionales donde todo está permitido.    

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Liberándome de las ataduras del tiempo de cualquier manera.

¿Qué le da más miedo? La dominación por el uso del miedo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? ¿Quizá se refiere a lo que está sucediendo en Oriente Próximo y lo que quienes tienen poder para evitarlo están permitiendo que suceda?

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Intentarlo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Escaso. Andar.

¿Sabe cocinar? Igualmente escaso.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi madre de 91 años. Es inolvidable, tal vez no para el mundo, pero sí para unas cuantas personas del mundo.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Esperanza, por supuesto. Y curiosamente es la palabra que nace de las situaciones imposibles, las más terribles y lamentables. Siempre.

¿Y la más peligrosa? Sígueme, yo te llevaré/guiaré al paraíso.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, muchas veces. Pero siempre en la ficción, ese lugar perfecto donde está permitido.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? De izquierdas y democráticas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Viajero.

¿Cuáles son sus vicios principales? El exagerado estoicismo.

¿Y sus virtudes? El moderado estoicismo y una sentimentalidad racional.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Imposible. Sólo el enunciado de la pregunta me produce una profunda angustia que me deja en negro.

T. M.