En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Leonardo Cervera.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Los lugares de mi infancia.
¿Prefiere los animales a la gente? Qué va,
aunque tampoco hay tanta diferencia entre los humanos y algunos animales.
¿Es usted cruel? Creo que no, ni particularmente
vengativo tampoco.
¿Tiene muchos amigos? No, en cualquier
caso la ciencia demuestra que eso es imposible.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Bondad, afinidad e
inteligencia.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, porque ya estoy
curado de espanto.
¿Es usted una persona sincera? Trato de
serlo, aunque ya se sabe que decir siempre la verdad no lleva a ninguna parte.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Aprendiendo,
escribiendo y jugando a videojuegos de simulación y estrategia.
¿Qué le da más miedo? La maldad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Me escandalizan muchas cosas porque he sido educado como
un católico y en un mundo en el que los valores tenían más peso que hoy en día.
En estos momentos lo que más me escandaliza es la mentira de los políticos y la
polarización de la sociedad.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Enseñar.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Un poco de
gimnasia pero no tanto como debiera.
¿Sabe cocinar? No y me avergüenzo de ello.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Roberto Perrone, el
ángel de la guardia de Primo Levi en Auschwitz.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Humanidad.
¿Y la más peligrosa? Muerte.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, nunca. Mis
valores cristianos y mi miedo a la cárcel se interponen firmemente contra
cualquier pensamiento asesino.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Centro derecha o
centro izquierda, va cambiando, pero siempre centro, democristiano o
socialdemócrata.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Médico de
familia o en otra época, sacerdote de pueblo, me gusta el servicio a los demás.
¿Cuáles son sus vicios principales? El orgullo, supongo,
y la mala alimentación.
¿Y sus virtudes? Creo en la humanidad
y la solidaridad como motores de cambio y lloro con las películas lacrimógenas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? La imagen de la
Virgen, a la que he rezado desde niño para que ruegue por mí a la hora de mi
muerte. Y la imagen de mis seres queridos.
T. M.