lunes, 25 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Xulia Alonso

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Xulia Alonso.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa.

¿Prefiere los animales a la gente? Si tengo que elegir me quedo con la gente, pero me gusta la compañía de los animales, no querría tener que prescindir de ellos.

¿Es usted cruel? No lo creo.

¿Tiene muchos amigos? Dice un refrán que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Yo no diría que tengo muchos pero sí que los/las que tengo son excepcionales, un valioso tesoro, desde luego. Son los contrafuertes que me han sostenido en los momentos más difíciles, que han sido muchos, con un compromiso con mi supervivencia firme y un respeto absoluto hacia mis decisiones. Yo he descansado en ellas y ellos muchas veces. Gracias a su amistad he dispuesto siempre de un territorio aliado en los tiempos de más hostilidad social hacia las personas con VIH o sida. Hemos compartido la vida, el nacimiento y la crianza de nuestras hijas e hijos, el hogar de nuestros padres y madres disfrutando de lo mejor de cada uno y despidiéndoles cuando llegó el momento, los agobios económicos y los momentos de solvencia, hemos viajado y nos hemos divertido mucho y, también, nos hemos cuidado unos a otros; todo desde el amor y el respeto. Así lo he sentido yo y, aunque la amistad no tiene poder analgésico ni curativo, sí protege del miedo. Eso elimina un grado enorme de sufrimiento, calma y, de alguna manera, sana. No son muchos, pero sí son auténticos, como se decía en los ochenta.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? De entrada, en los demás busco afinidad. La amistad se va fraguando poco a poco y supongo que valoro, sobre todo, el respeto.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, en absoluto.

¿Es usted una persona sincera? Casi siempre...

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta leer, escribir, escuchar música, bailar, ir al cine, hacer puzzles, bordar, cuidar las plantas, viajar…

Qué le da más miedo? La demencia.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Me escandaliza la pasividad, el letargo en el que nos hemos instalado como sociedad. Me escandaliza el grado de corrupción que somos capaces de tolerar. Me escandaliza la impunidad de los grandes delincuentes, incluidos jefes de Estado, reyes, reinas y demás cortesanos. Me escandaliza el nivel de maldad que va ganando terreno en todo el mundo. Me escandaliza el capitalismo salvaje.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Bueno, yo no decidí ser escritora. Escribí Futuro imperfecto para mi hija, en ningún momento pensé que podía ser publicado. El libro responde a la necesidad que yo sentía de ofrecer el relato más claro y honesto posible sobre nuestra vida, la de sus padres, de manera que ella pudiera acceder a una información que sólo yo estaba en condiciones de proporcionarle. Su padre había muerto a causa del sida en 1992 y yo no tenía un pronóstico muy alentador. Tenía que protegerla de la sensación de abandono, casi de traición, que deja como estela la orfandad. El hecho de que los dos hubiéramos sido adictos a la heroína y el sida fuera la causa de nuestra muerte añadía, además, la carga del estigma social y un montón de interrogantes que yo no quería dejar sin resolver.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Estoy en ello...

¿Sabe cocinar? .

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Salvador Allende. Representa para mí la imagen de la política al servicio de las personas: la integridad, el compromiso, la audacia y la inteligencia para cambiar el orden de prioridades y poner a la gente en primer lugar. Tenía la capacidad y estaba decidido a hacerlo, por eso lo mataron. Yo era una niña pero recuerdo el día de su muerte.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Salud.

¿Y la más peligrosa? Ignorancia.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, de adolescente a mi padre.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy republicana de izquierdas.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un pájaro, un petirrojo, por ejemplo.

¿Cuáles son sus vicios principales? No hacer nada.

¿Y sus virtudes? La paciencia. Es una capacidad aprendida, por naturaleza soy impulsiva, pero hay que saber esperar, sin renunciar a nada, pero entender que no es el momento y no desesperar es importantísimo. Por suerte, aprendo rápido.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? La sola idea de ahogarme me produce una angustia espantosa. Creo que en esa situación sólo pensaría en cómo sacar la cabeza fuera del agua. No me parece una situación en la que quepa otra imagen.

T. M.