viernes, 7 de marzo de 2025

Entrevista capotiana a José Miguel Navas


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Miguel Navas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Es una pregunta compleja ya que conozco poco del mundo, apelo a la imaginación. Elegiría vivir en Barcelona y así lograr quizá hablar fluido el catalán.

¿Prefiere los animales a la gente? A los animales sin duda.

¿Es usted cruel? Sí, conmigo mismo.

¿Tiene muchos amigos? Poquitos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Amor, compañía, escucharnos, risas y el perdón.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Sí, al querer tanto a alguien y tener un nivel de amistad profundo es fácil decepcionarse.

¿Es usted una persona sincera? Lo justo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Ver un programa tipo Sálvame es terapia.

¿Qué le da más miedo? Los gobiernos del mundo.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El tiempo, es implacable.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Deportista.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Caminar creo que cuenta.

¿Sabe cocinar? Sí, pero prefiero que me cocinen.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Clarice Lispector o Annie Ernaux.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Saudade.

¿Y la más peligrosa? La Morriña.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Por momentos.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Perdido totalmente.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una planta.

¿Cuáles son sus vicios principales? Pensar tanto.

¿Y sus virtudes? El perdón y la ternura.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? En dos oportunidades casi me ahogo y solo pensaba en el sabor del agua.

T. M.