lunes, 1 de septiembre de 2025

Entrevista capotiana a Rubén González Tuero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rubén González Tuero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Asturias. Supongo que habrá otros lugares con la misma calidad de vida o incluso mejor, pero yo no los conozco.

¿Prefiere los animales a la gente? No. Tienen muy poca conversación.

¿Es usted cruel? No. Algo va muy mal en la cabeza de las personas crueles.

¿Tiene muchos amigos? No muchos. Siempre es preferible la calidad a la cantidad.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Básicamente, que sean buena gente y soporten los chistes malos.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Es algo que solo me ha ocurrido en contadas ocasiones.

¿Es usted una persona sincera? Sí, quizás demasiado. Me gustaría ser más cínico, pero me fallan los filtros.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? La literatura y la música son fuentes infinitas de satisfacción, tanto al crearlas como al disfrutar las creaciones de otros.

¿Qué le da más miedo? El dolor. En todos los sentidos. También me aterra envejecer sin calidad de vida, perder mi autonomía y convertirme en una carga molesta para las personas que me rodean.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Debo de ser un ingenuo, porque todavía hay muchas cosas que me escandalizan: la desfachatez de la corrupción, la inoperancia absurda de la burocracia, la preponderancia del dogmatismo sobre la realidad empírica...

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? He sido profesor toda mi vida, y también músico. Ahora que ya estoy retirado, al mirar atrás veo que ha sido una buena vida.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Camino un poco a diario, y si puede ser por la orilla del mar, mejor que mejor.

¿Sabe cocinar? Sí. Cocino casi todos los días y, sin falsa modestia, con resultados muy satisfactorios, incluso diría con gran éxito de crítica y público.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Admiro mucho a las personas que triunfan a pesar de tenerlo todo en su contra, como Nina Simone.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Infancia.

¿Y la más peligrosa? Verdad. Las personas más peligrosas son las que creen que su punto de vista es la verdad absoluta, eso les hace sentirse obligados a imponérnosla a los pobres idiotas que estamos equivocados.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, aunque me habría quedado muy a gusto si hubiera podido dar un par de bofetadas a mano abierta a más de uno.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Valoro el diálogo y el sentido común y aborrezco el sectarismo, por lo tanto no encajo en ninguno de los partidos políticos que tenemos/sufrimos.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Creo que disfrutaría haciendo un programa de radio, y que no lo haría mal.

¿Cuáles son sus vicios principales? La pereza y la gula (creo que la gula incluye el maldito hábito de fumar).

¿Y sus virtudes? El compromiso y el perfeccionismo. Si decido hacer algo, dedico todo el esfuerzo que sea necesario para hacerlo bien.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? ¿Quién lo sabe? Supongo que mi mujer y mis hijas, porque son lo más importante de mi vida.

T. M.