jueves, 6 de noviembre de 2025

Entrevista capotiana a Marta Boronat Redondo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marta Boronat Redondo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Galicia, podría renunciar al resto del mundo por este lugar. Quizás me sería algo más complejo elegir entre Santiago de Compostela o alguno de sus preciosos pueblos, bien de las costas cantábricas o del interior, pero sin duda sería Galicia.

¿Prefiere los animales a la gente? Adoro a los animales, pero sobre todo me encantan porque veo en ellos destellos de humanidad que muchas veces no encuentro en las propias personas. En ocasiones son más humanos que nosotros mismos. Aún así, su personificación por mi parte responde la pregunta: en última instancia prefiero a la gente.

¿Es usted cruel? No creo ser una persona cruel, al menos mi conciencia no carga con ese peso. No obstante, sé que hay momentos en los que mis actos han podido, pueden y podrán parecerlo para quien no entienda mis motivaciones y circunstancias.

¿Tiene muchos amigos? Que digan serlo, bastantes. Que demuestren serlo, se pueden contar con con los dedos de una mano. Y sobran dedos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Principalmente que sepan acompañar, que no me hagan sentir sola en la vida; que escuchen y transmitan, y que sean capaces de encontrar su propia alegría y compartirla, cada uno a su manera.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Mis amigos, los de verdad, raramente me decepcionan, porque siempre me dan todo lo que pueden darme a partir de lo que son. En todo caso, me decepciono yo misma cuando pongo en ellos unas expectativas idealizadas que no está en su condición cumplir. No le puedes pedir peras a un olmo, y mucho menos culparlo si no te las da, eres tú quien debe buscar en otro árbol u otro fruto.

¿Es usted una persona sincera? En general, callo más de lo que digo, digo lo que no pienso, y digo antes lo que debo a lo que quiero. Pocas veces digo, todo y solo, lo que pienso. Juzgue cada cual.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo y escribiendo, pintando e ilustrando, viajando y acompañando a quienes quiero.

¿Qué le da más miedo? El fuego, porque lleva implícitos todos mis demás miedos: la destrucción, el caos, el dolor… Es una de las cosas que más me fascinan.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Dos cosas: quienes hacen daño a otros seres vivos (todos lo hacemos inconscientemente) con plena consciencia de sus actos y deseo de dañar, y la gente ignorante (todos lo somos inevitablemente) que no conoce su ignorancia o conociéndola no busca menguarla.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? La verdad es que, aunque no fuera a través de la escritura, seguiría en contacto con la actividad creativa. Mis estudios están orientados hacia el arte, y nunca he deseado otra cosa.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Caminar, sobre todo, y nadar en ciertas épocas.

¿Sabe cocinar? Rotundamente no.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mis abuelos y abuelas. Ellos son las raíces que me anclan cuando necesito sostenerme, y las estrellas que me guían cuando necesito seguir. Para mí, son lo más inolvidable que hay, porque soy por ellos y mientras pueda reconocerme a mi misma podré recordarlos. Mientras sea, son.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Creación. Crear permite construir lazos entre las personas y dar vida, posibilita el arte y los descubrimientos, permite hacer nuestro mundo un poquito más grande, y también nuestra vida. Y sí, obviamente lo creado puede servir a un mal propósito, pero el simple hecho de crear da tantas posibilidades de servir a un fin honesto y justo, como erróneo e inmoral. Ahí reside la esperanza. Mientras se pueda crear, en todos los sentidos y dimensiones de la palabra, habrá cabida a todo lo bueno.

¿Y la más peligrosa? Odio, pues es la fuerza que nos impide ser mejores y nos lleva a elegir el daño por encima de la bondad. Cuando el odio supera al amor, el mundo se llena de destrucción sin creación, y ese es un mundo en el que se hace más difícil ver la esperanza y más personas sufren.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Querer, como idea inconsciente y fugaz, sí. Querer, como deseo consciente y que persiste, no.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo que, a mis dieciocho años, sé demasiado poco como para tener una tendencia política definida. Es ahora cuando empiezo a conocer diferentes ideologías y opiniones, y, por tanto, me abstengo de responder a esta pregunta. De momento, solo diré que busco serme honesta a mi misma, y respetar a los demás.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Con total honestidad, me gustaría ser una persona con la suficiente autonomía mental, física y económica como para viajar por el mundo como mochilera, escribiendo y dibujando sobre todo lo que encuentre. Espero llegar a serlo.

¿Cuáles son sus vicios principales? Me tomo las cosas con mucha intensidad y en ocasiones “arrastro” a los demás; me canso rápido de lo que no varía y puedo llegar a ser demasiado fría e intransigente con ciertas personas que me provocan un sentimiento de incomodidad, por el motivo que sea.

¿Y sus virtudes? Soy autoexigente, imaginativa y no cedo ante el miedo. Pero sobre todo soy leal a mis seres queridos, y los cuido de todas las maneras que sé.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Sé que se me vendrían a la mente todas las sonrisas de mis seres queridos y todos los errores que he cometido, a partes iguales.

T. M.