En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alberto Zamuner.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Yo nací y viví en
Buenos Aires, hasta que mis hijos quisieron irse a Europa. Si no pudiera estar
en otro sitio seguiría siempre allí.
¿Prefiere los animales a la gente? Me gusta estar con la gente porque habla, escribe y lee. Pero los
animales nos quieren, nos acompañan, y nos caen bien porque no opinan ni
preguntan.
¿Es usted cruel? Muchas
veces tuve ganas de aplastar alguna cabeza, pero no supongo que fuera por
crueldad.
¿Tiene muchos amigos? No; porque ser amigo es coincidir mucho, y eso no suele pasar.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? No creo que busque cualidades: nos encontramos con que alguien es un
amigo sin habérnoslo propuesto.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Es bastante habitual que nos decepcionen; pero no es su culpa. Tal vez
sea porque la gente cambia con el tiempo, y porque esperamos coincidir más de
lo posible.
¿Es usted una persona sincera? Creo que sí, y cuando no lo soy no me doy cuenta.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? En leer, escribir,
ver charlas en YouTube o sentarme a mirar la vida.
¿Qué le da más miedo? Que las
cosas no salgan como tengo ganas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Los humanos que tienen
cualidades humanas y las usan muy poco.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Tal
vez habría sido rico, porque me habría dedicado a invertir para ganar. En esta
vida invertí para que la gente conociera lo que escribí, y gané muy poco. Pero
si hubiera sido un rico sin disposición a escribir me habría aburrido.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Salgo a
caminar un rato. Lo que no quiero es pensar que me queda algo pendiente para
hacer en lo que resta del día.
¿Sabe cocinar? Cocino
un poco para la gente que me quiere. Y como me quiere no comenta nada sobre lo
que preparé.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Hay varios personajes que admiro. Pero me acuerdo más de sus actitudes
que de sus nombres. Si eligiera uno sería injusto con los otros.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? No me gusta mucho la idea de “tener esperanza”. Entre las
palabras que más me gusta está avanzar.
¿Y la más peligrosa? Esperar.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Varias veces. En mis cuentos me pregunto qué pasaría si pudiéramos matar
sin sufrir ninguna consecuencia. La gente haría algo muy distinto a lo que
suele contestar.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mi ideal es una sociedad donde cada uno trabaje para sí mismo. Esto no
puede más que ser provechoso; porque para beneficiarse a sí mismo hay que hacer
algo bueno para otros, que si no es bueno no nos lo comprarían.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? No se me ocurre. Todos somos lo que tenemos vocación de ser.
¿Cuáles son sus vicios principales? Creo que el principal es pensar de más. Pero tal vez no sea tan malo
porque siempre da origen a algún cuento.
¿Y sus virtudes? Tal
vez sea la idea de que se puede hacer todo mejor, si es que la pongo en marcha.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Eso se sabe únicamente cuando uno se está ahogando. Hasta ahora no fue el
caso.
T. M.
