viernes, 30 de abril de 2010

Federico Moccia: las claves de un superventas

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El último gran éxito que conjuga ventas millonarias de novelas y adaptaciones cinematográficas igualmente productivas tiene un nombre, casi ya un fenómeno de masas: Federico Moccia (Roma, 1963), un guionista y escritor cuyo triunfo como novelista y cineasta también llegó a España hace unos años. Con un acentuado tono romántico como telón de fondo, concebido para jóvenes lectoras sobre todo, Moccia logró varias novelas –Perdona si te llamo amor, A tres metros sobre el cielo, Tengo ganas de ti, publicadas en Planeta en los últimos dos años– con las que se hizo un lugar preferente entre lo que se da en llamar bestsellers. Ahora todo ello se intensifica gracias a la publicación de otra novela, Perdona pero quiero casarme contigo, y el estreno de la película Perdona si te llamo amor.
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El propio autor ha dirigido esta historia entre un publicista de cuarenta años que se acaba de separar de su novia y encuentra, por accidente, a una joven de diecisiete de la que se queda prendado. El cóctel es explosivo: un atractivo hombre maduro, una mujer adolescente, y el amor platónico y la atracción sensual como motores y desencadenantes de toda la trama, como rompedores de fronteras generacionales y anzuelos para la ensoñación. Perfecto para un público heterogéneo, sentimental y que busca amores imposibles que se hacen realidad, espejos donde ver que cualquier cosa puede alcanzarse si el enamoramiento es más fuerte que los prejuicios sociales.
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Moccia está ahora en la cresta de la ola, pero sus inicios no fueron demasiado fáciles: su primera película, Palla al centro (1982) pasó sin pena ni gloria, y tuvo que volcarse en escribir guiones televisivos durante mucho tiempo. Diez años después, no pudo ni siquiera publicar su primera novela (recibió numerosos rechazos, al parecer), y acabó costeando la edición él mismo. Pero, en 2004, todo cambió para el escritor romano: se reeditó Tres metros sobre el cielo, y el fenómeno nació para quedarse, crecer, consolidarse: ventas superlativas, traducciones, adaptación al cine. Y así hasta ahora con cada uno de sus libros.
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En este sentido, Moccia es un autor que se ha autoclasificado, entregándose a un mismo asunto narrativo en cada obra. Pero ese asunto es infinito, y siempre hay un público ávido por (re)conocerlo frente a una pantalla de cine: las relaciones amorosas. De hecho, en su web, Moccia ha impulsado lo que da en llamar «candados del amor», y así, muchos jóvenes se han animado en colocar candados en las farolas de los puentes de Roma para dejar una huella de su afecto. Adolescentes de muchas partes del mundo ya consideran a Moccia una suerte de guía para defender su amor frente a sus padres. Así se deduce al hacer entrevistas al autor, que sabe la incidencia tanto sociológica como personal de sus historias. Un idilio entre creador y público que tiene todo el aspecto de conservar su llama… hasta que la muerte les separe.
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Publicado en La Razón, 30-IV-2010