lunes, 31 de mayo de 2010

Mi biblioteca de libros de memorias: introducción

Foto: Feria del Libro de Santiago de Chile, noviembre 2009

En el número 666-667 de la revista El Ciervo (septiembre-octubre 2006) tuve la oportunidad de publicar, en la sección "Lectores y lecturas", un texto fragmentario en el que reflexioné sobre libros de memorias que me impactaron especialmente. Iré presentando esa selección. Ahora dejo las palabras que sirvieron como entradilla.

De repente, las vidas de otros son, en las profundidades de la emoción y el espanto y la sensualidad, las de uno mismo. Somos, en parte, los libros que hemos leído, y dónde y cómo los hemos leído: vida-lectura se mezcla frente a la vida-escritura de otro ser humano. Así, para hablar de libros autobiográficos, hay que revisar la propia memoria, quién era nuestro yo y cómo fue leyendo unas cuantas vidas escritas que le marcaron más allá de su impresión intelectual, histórica, sociológica o informativa. Por eso, aquel yo lector ya no soy yo, sino otro, diríamos al modo rimbaudiano, y el sujeto se convierte en objeto: Yo un Joven del Pasado. Entonces no hay lugar hoy para el porqué racional de un gusto concreto, sino para el ser de ayer en su circunstancia lectora.