jueves, 3 de noviembre de 2011

Los números cuadran




Aparte de alcanzar una gran altura narrativa por sí misma, esta novela del año 2007 de Leavitt tiene el mérito de reconstruir un suceso real: cómo un modesto contable llamado Srinivasa Ramanujan envió 120 fórmulas y teoremas de su cosecha al matemático protagonista, llamado G. H. Hardy (1887-1947), un joven y prestigioso profesor del Trinity College de Cambridge.

Los lectores asiduos del escritor David Leavitt (1961) encontrarán, como en toda su obra, el ingrediente homosexual, muy bien reproducido mediante las acciones y pensamientos de Hardy; pero el autor va mucho más allá, mostrando los hábitos e hipocresías de la clase acomodada de la Inglaterra de principios de siglo XX, y en especial las costumbres de la secta universitaria de los Apóstoles. Como en este ejemplo, el autor ha hecho literatura a partir de un ingente material –explicitado en un apéndice– que va desde las memorias del propio Hardy (elogiadas por Graham Greene) y las recetas vegetarianas de la época, hasta libros sobre el amor gay durante la Primera Guerra Mundial, pasando por la correspondencia de Bertrand Russell o Lytton Strachey, personajes que aparecen en la novela junto a Ludwig Wittgenstein.

La obra presenta una estructura marcada en dos tiempos: un día de 1936 en el que Hardy está dando una conferencia en Harvard sobre el que sería su fiel colaborador durante seis años, y, en paralelo, la historia de cómo en 1913 Hardy recibe la carta de Ramanujan en la que le indica que ha hecho descubrimientos matemáticos de forma autodidacta. Luego, vendrá el encuentro en Londres y el relato de la amistad entre el reformador de las matemáticas inglesas y ese contable hindú, ya de niño un superdotado que iría llevando su fascinación por el número pi a teorías que aún hoy se debaten, mucho después de que muriera prematuramente en 1920, a los treinta y dos años.


Publicado en La Razón, 3-XI-2011