El pasado jueves, acompañando mi crítica
de un libro sobre la generación beat, dediqué el escaparate de recomendaciones
veraniegas a cuatro títulos relacionados con esos escritores.
William Burroughs, Yonqui (Anagrama)
Publicada en 1953, para su editor esta primera
novela de Burroughs fue una pesadilla al comienzo en un tiempo en el que la
censura aún se practicaba con contundencia. En ella, mediante un seudónimo,
Burroughs hablaba de sus adiciones a las drogas (sobre todo la heroína), la
vida en las calles, el sexo... Unos excesos que terminarían por conducirle a la
muerte en 1981.
Jack Kerouac, En la carretera (Anagrama)
Esta es la edición del «rollo
mecanografiado original» en el que trabajó Kerouac
en papel de teletipo. Luego, al publicarse la novela, la editorial corregiría
el texto añadiéndole puntos y comas, algo que lamentó el autor con profusión.
Hasta tal punto que, una vez ya convertido en una celebridad, en cada uno de
sus contratos siguientes estableció que nadie tocaría su prosa.
Allen Ginsberg, Aullido (Sexto Piso)
Esta obra, conocida antes de publicarse
en 1956 por lecturas públicas en San Francisco, abrió la mentalidad de la
época, pues el juicio que sufrió por obscena le dio una publicidad impagable. Ginsberg
obtuvo una gran fama y se convirtió en el gran estandarte de la generación beat
a partir de aquel momento. La edición viene
ilustrada por el pintor y novelista gráfico Eric Drooker.
John Clellon Holmes, Go (Escalera)
Holmes conoció a Kerouac y Ginsberg en
1948 en Nueva York y tomó sus vidas y obras (más la de Cassady) para hacer esta
novela, publicada cuatro años después, en la que por vez primera sale la
expresión «generación beat», que a la vez está basada en conversaciones que
tuvo con Kerouac. A éste le molestó que
usara un material que era suyo, por más que la obra fuera un homenaje.