domingo, 15 de septiembre de 2013

Kárate y baloncesto en un hotel de Hong Kong


Era ya de noche en Hong Kong, y en la tele del hotel ponían una película de Bruce Lee. La vi en chino, pero, menos mal, con subtítulos en cantonés, lo cual clarificó el significado de las patadas y tortazos del karateka. La cinta era uno de esos engendros que recuerdo de niño, y quizá por eso la dejé unos minutos. Hasta que apareció, zapping mediante, un China-Corea de baloncesto, en lo que supuse un torneo a escala asiática, por cuanto se ha hecho uno en América clasificatorio para el mundial de España del año que viene, y ahora se está produciendo el Eurobasket de Eslovenia, para el cual no hay favorito claro, ni siquiera nuestro equipo. Ganaron los segundos, quiero decir los coreanos, porque los chinos, llenos de talento y con jugadores con experiencia en Estados Unidos, no tienen el ardor necesario para ser ganadores, o incluso competitivos. ¿Esa sensación ha aparecido en el juego practicado estos días por parte de los de Juan Antonio Orenga? La brillantez defensiva, la solidaridad atrás y delante, el buen tino para el contraataque y la capacidad ofensiva innegable han tenido demasiadas lagunas, demasiadas intermitencias; de ahí las dos derrotas que tal vez les pasen factura de cara a los cuartos de final, en caso de perder mañana contra la sorprendente Italia. Es como si España hubiese jugado en chino algunas veces, o para complicarlo más, con subtítulos en cantonés.