jueves, 10 de octubre de 2013

Jesús Aguado o el insomnio del poeta


Abro las manos y cae en ellas un libro exquisito, que las honra. Una antología de la poesía de Jesús Aguado, bellamente editada por Fondo de Cultura Económica y preparada por el siempre perfecto José Ángel Cilleruelo. Este poeta prologa el libro de manera inmejorable, desde lo vivencial del autor hasta lo artístico, destacando tanto el cuarteto de ciudades –Sevilla, Benarés, Málaga, Barcelona–que ha contemplado su escritura insomne –dice el propio Aguado en el epílogo que el poeta escribe hasta con los ojos cerrados–, como su poética del amor. Frente al hermetismo estilístico, la actitud soberbia y pedante, la pose estetizante de tantos que se dan en llamar poetas y logran, con amiguismos vergonzantes, su pedazo de podio en los premios institucionales y espacios en los medios, están los verdaderos poetas como Cilleruelo y Aguado, humildes, constantes, delicados, fieles, profundos y generosos. El primero aquí ha seleccionado, de entre la obra plural del segundo, los mejores poemas de una andadura que ya dura treinta años, que atiende a lo más humano que hay en nosotros y que no tendrá fin, porque el poeta, el verdadero poeta, lo es hasta que los ojos dejan de ser insomnes para dejar, simplemente, de ser.