martes, 8 de octubre de 2013

Pitufar en dos ciudades este verano


Esta foto, tomada en las inmediaciones del Castillo de Blanes, hubiera congratulado a Peyo, al grandioso dibujante muerto prematuramente en 1992, prisionero, como llegó a decir, de sus célebres personajes. Porque en realidad estos ya no eran de él completamente, eran del imaginario colectivo, como se suele decir.


Ahora bien, estoy seguro de que el artista belga –qué pasó en Bélgica a mediados de siglo para que eclosionaran autores de la talla de Morris, Hergé o Frans Masereel– se hubiera quedado horrorizado al ver esta otra instantánea, que tomé en una calle de Nueva York en julio, pocas semanas antes que esa de Blanes. Sus maravillosos personajes, ya envilecidos por la tontería cinematográfica que infantiliza y vulgariza y universaliza a costa de traicionar el espíritu original de su creador, no se merecían semejante golpe bajo.