jueves, 10 de abril de 2014

Entrevista capotiana a Carmen Amoraga

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carmen Amoraga.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
¿Pero sola o con más gente? Porque si es sola me parece un horror, no podría elegir ninguno. Con más gente, me quedo en mi pueblo, en Picanya. Sería una pena no poder salir, pero al menos aquí está casi toda la gente a la que más quiero.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, la verdad. Me gustan los animales y convivo con dos perros, un gato, un conejo, una tortuga y de vez en cuando hasta algún ratón. Y detesto a alguna gente, también es cierto. Pero puestos a elegir, me quedo con las personas.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Soy muy afortunada. Me quieren los que necesito y me odian los que me hacen mejor persona gracias a ese sentimiento. Tengo amigos que son como hermanos. Luego tengo amigos que me hacen muy feliz. Y muchos conocidos a los que aprecio de verdad.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La empatía, la comprensión, la generosidad… Pero en realidad no lo busco. Me gustan mis amigos como espero gustarles yo a ellos: con nuestros defectos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No suelen. Quiero decir, no es lo habitual. Pero alguna decepción he tenido, sí, como todo el mundo.
¿Es usted una persona sincera? 
Respetuosamente sincera. Parto de la base de que la sinceridad está sobrevalorada. Una cosa es mentir, que está mal, y otra decir siempre la verdad sin medir las consecuencias. Cada cosa tiene su momento, incluso eso. Soy sincera, pero sin llegar a ser brutalmente sincera. Hasta decir la verdad hay que tener cuidado para no herir los sentimientos de otra persona.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con mis hijas.
¿Qué le da más miedo?
Que les pase algo a mis hijas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
A mí no me escandaliza nada. Me molesta el engaño, la utilización de las personas…. Pero por desgracia es tan común que ya no escandaliza a nadie.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ser profunda y totalmente infeliz.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Debería decir que sí. Pero sería mentir. No, no hago nada.
¿Sabe cocinar?
Sí, sí. Me salen unos platos muy ricos, la verdad. Sobre todo el arroz al horno.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mí me interesan los personajes cotidianos, anónimos, los que no salen en las páginas de los libros de historia aunque son los que la forman. Personajes, personas, que se han dejado la piel para que el mundo sea un lugar mejor. No sé. Quizá escribiría sobre mis padres, no porque para mí sean importantísimos e inolvidables, que también, sino porque creo que representan de alguna manera a los padres y a las madres de todos los que no lo hemos tenido fácil y aun así, hemos ido consiguiendo metas gracias a sus ejemplos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor. Por amor se hace cualquier cosa.
¿Y la más peligrosa?
Amor. Por amor se hace cualquier cosa.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar no, pero a veces me entretengo pensando en las putadas que les haría a las malas personas con las que me encuentro, aunque sé que nunca las llevaré a cabo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Milito en el PSPV. Soy concejala socialista en mi pueblo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No tengo respuesta. Creo que siempre escribiría, aunque me dedicase a dar vueltas por el espacio.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pereza.
¿Y sus virtudes?
Creo que empatizo mucho con la gente.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El otro día tuve un vuelo complicado, uno de esos despegues que salen en las noticias, con el avión dando saltos en la pista, zarandeado por el viento. De verdad creí que ahí se acababa todo, y no me vino ninguna imagen a la mente. Busqué con la mirada a otros pasajeros que estaban como yo, buscando la mirada de otras personas, y me entró una mala leche increíble… ¡quería ver crecer a mis hijas y no parecía que fuera a poder!

T. M.