lunes, 2 de junio de 2014

Entrevista capotiana a Miguel Ángel Gara

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Miguel Ángel Gara.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Cualquiera en el que imperara la inteligencia y la bondad.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, entre otras cosas porque a veces los animales son como la gente y la gente como los animales.
¿Es usted cruel?
He sido cruel en alguna ocasión, como todo el mundo. No creo serlo de continuo. Además para ser cruel hay que ser bello y yo (si alguna vez lo he sido) lo estoy dejando de ser.
¿Tiene muchos amigos?
No demasiados. Y sospecho que quien dice lo contrario es como mínimo un ingenuo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La lealtad ayuda, claro está, pero por encima de todo aprecio que tengan menos orgullo que dignidad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No mucho más de lo que yo les decepciono a ellos.
¿Es usted una persona sincera? 
Creo que sí, a mi pesar. En cualquier caso prefiero ser más justo que exacto.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Intentando sentir ese tiempo como verdaderamente libre.
¿Qué le da más miedo?
El ego, es decir: el mal.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza que un señor o señora parado, pensionista o trabajador (con o sin contrato) se considere de derechas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Tiro más bien hacia la poesía (o lo intento) y no sé si un poeta es exactamente un escritor. En cuanto a la vida creativa sea como acción u omisión, pienso que de un modo u otro desemboca en ella todo aquel que no acepta lo establecido.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Para mi sorpresa sí.
¿Sabe cocinar?
Algo. A veces con éxito.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Seguramente al “personaje inolvidable” que menos hubiera olvidado.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
La palabra Esperanza en cualquier idioma de cualquier sitio menos Madrid.
¿Y la más peligrosa?
En estos momentos, (¡increíblemente!): Libertad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar me parece que no. Sin embargo sí he deseado que alguien muriera, y lo digo con vergüenza.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo en el anarquismo en el sentido de librepensamiento, sin embargo me parece que la acción social puede ser, y de hecho es, históricamente efectiva para crear justicia y por tanto bienestar general.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Probablemente pintor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los siete pecados capitales, unos con más gusto que otros.
¿Y sus virtudes?
La búsqueda.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Difícil saberlo. Tal vez me vinieran imágenes de mis hijos y de mi propia niñez y las mezclaría. Espero comprobarlo dentro de 4 o 5 decenios.

T. M.