miércoles, 1 de octubre de 2014

Dardos urgentes en las palabras


El colapso es absoluto, y el temor es que la cosa no va a parar, va a ir a más incluso porque el lenguaje está en caída libre y ya nadie lanza dardos denunciadores de tales prácticas por parte de los medios de comunicación. Y es que ahora todo, todo, todo, absolutamente todo, como si no hubiera más adjetivos en el planeta, hasta la cosa más insignificante, anodina, superflua, es espectacular. Ahora ya no hay policías ni soldados ni conjunto de armamentos, sino efectivos. Ahora no se habla del clima (el tiempo en el cielo) sino de una ciencia, la meteorología. Ahora la gente empieza hablando ¡y escribiendo! con un infinito que en verdad tiene acción de sujeto: “Decir que… bla bla”, con lo que el verbo, la acción en sí, desaparece. Ahora jamás un jugador de baloncesto hace una falta personal a otro, sino sobre él. Ahora no hay reuniones sino cumbres. Ahora ya no hay punto final como en la historia del idioma español y como han dicho y escrito trillones de personas, sino punto y final. Ahora es imposible no hacer caso porque hasta los escritores y los traductores del inglés, claro, más reconocidos dicen ignorar. Ahora, por supuesto, uno no es candidato sino que está nominado. Ahora, ya no hay etapas, o épocas, o periodos sino eras. Nunca en lo sociolingüístico una resurrección –la de Fernando Lázaro Carreter– fue tan necesaria.