martes, 3 de febrero de 2015

Entrevista capotiana a José Antonio Palomares

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Antonio Palomares

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Quizá estaría bien vivir en la biblioteca infinita de Borges. También sería divertido vivir dentro de un libro de Jasper Fforde. Este es un clásico en mi vida: que me pregunten un único lugar y no sólo dar dos sino quedarme con las ganas de decir más.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Yo creo que los seres humanos arrastran una mala fama injustificada. La gente es extraordinaria y vemos ejemplos de generosidad, solidaridad, bondad y un buen puñado de cosas que terminan en –dad prácticamente a diario. Ocurre que también hay gente mezquina y malvada y tendemos a fijarnos más en ellos.
¿Es usted cruel?
Casi nunca. Cuando lo soy el recuerdo me persigue durante años.
¿Tiene muchos amigos?
Hace unos años habría dicho que no. Pero hoy sí creo que conozco muchas personas a las que puedo llamar amigos, incluso aunque no los haya visto nunca.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No las busco, pero me imagino que todos comparten lealtad, sentido del humor, honestidad…
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Puede que esté hoy sumido en un irracional optimismo, pero creo que muy raramente.
¿Es usted una persona sincera? 
Soy publicitario, novelista, padre y empleado cobarde, así que la respuesta es no.  Acabo de publicar una novela llamada Toda la verdad sobre las mentiras, de manera que es fácil adivinar que tengo una relación problemática con la sinceridad. En general creo que soy sincero, pero reconozco la utilidad social de la mentira. No hay más que ver que es la base de la ficción. Se non è vero, è ben trovato.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Oscilo entre actividades muy físicas como beber, comer o besar y actividades espirituales como dormir, vaguear o consultar obsesivamente mi cuenta de Twitter (@chiquipalomares).
¿Qué le da más miedo?
Soy muy cobarde y dependiendo del momento del día tengo miedo a una cosa u otra: agujas, perros, que les pase algo a mis hijas. Un miedo que siempre tengo presente es a dejar de ser yo por una enfermedad como el Alzheimer.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Los cínicos y la gente que pone muchas exclamaciones cuando escribe.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
De niño quería ser detective privado o delantero centro del Real Madrid (mantengo la esperanza de acabar siendo una de los dos).
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
No, pero en cuanto me llame Ancelotti me pongo en forma.
¿Sabe cocinar?
Estoy más especializado en comer. Pero tengo algunos platos que hago decentemente.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Cualquiera de mis cuatro abuelos ha tenido una vida fascinante y desconocida por el gran público e incluso puede que por su familia.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mañana.
¿Y la más peligrosa?
Yo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, pero he leído tanta novela negra que sé que el crimen perfecto no existe.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy de izquierdas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
La vida de un dios griego parece bastante divertida.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Soy un yonqui, estoy enganchado a cientos de cosas: el chocolate, ciertas series, libros, Twitter, el gintonic, el vino, el vermú, el pollo asado y las croquetas, mirar chicas con las que me cruzo que lleven abrigos rojos, escuchar conversaciones ajenas… Ningún vicio humano me es ajeno.
¿Y sus virtudes?
Soy responsable, leal, trabajador, divertido, no tengo malicia, pago rondas sin rechistar, rara vez pierdo la calma y dispongo de unas espaldas amplias.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Estaría bien que coincidieran con lo que he contado al hablar de los vicios. Una sucesión infinita de vicios.

T. M.