viernes, 27 de febrero de 2015

Entrevista capotiana a Mario Calderón

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Mario Calderón.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Elegiría la Ciudad de México porque tiene  gran vida cultural y es cosmopolita.
¿Prefiere los animales a la gente?
Definitivamente prefiero a la gente.
¿Es usted cruel?
No. Me molesta la crueldad, creo en el buen trato e inclusive en el amor.
¿Tiene muchos amigos?
No. Tengo pocos, pero muy buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sinceridad, comprensión e incondicionalidad, mismas características que yo estoy dispuesto a ofrecer.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Hasta  hoy no me han decepcionado.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, pero sin llegar a la ofensa, siempre con cierto tacto.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Escucho música o viajo a sitios que no conozco.
¿Qué le da más miedo?
La enfermedad, la invalidez y la vejez sin que me impida valerme de mí mismo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza la discriminación y el abuso de los poderosos a los débiles.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Quizá me hubiera dedicado al estudio de la física y en otra opción tal vez hubiera cultivado la tierra, sería campesino.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Únicamente camino mucho. Me gusta caminar atravesando campos y montañas con una cámara para retener los más bellos paisajes.
¿Sabe cocinar?
No mucho. Cocino lo indispensable para vivir, los buenos platillos los como en restaurantes o los cocinados por la familia.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A varios. Entre ellos  Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Borges, Sartre.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Más bien  la idea. Es que la naturaleza es un ser vivo con inconsciente que responde a cualquier estímulo.
¿Y la más peligrosa?
La intolerancia humana.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. El asesinato me da terror. Cuando alguien asesina a una persona, en realidad, pienso que se asesina a sí mismo porque, como pensaba Ortega y Gasset “yo soy yo y mis circunstancias”, esto mismo ocurre en el sueño, es decir, en el inconsciente.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Por mi historia personal, creo en la política de izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Podría dedicarme a la ciencia o a cultivar la tierra.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No tengo ninguno.
¿Y sus virtudes?
Soy muy trabajador y tengo gran voluntad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El dolor de dejar de existir. El dolor de quedarme solo, abandonado.

T. M.