jueves, 19 de febrero de 2015

Entrevista capotiana a Víctor Peña Dacosta

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Víctor Peña Dacosta.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Supongo que la mansión Playboy no sería una mala opción. Si no fuera posible, me conformaría con un palacete medio con calefacción, aire acondicionado y conexión a internet, con teléfono (para poder encargar comida china, principalmente) y una biblioteca y un mueble bar de dimensiones pantagruélicas. Y, si consiguiera controlar sus irrefrenables impulsos de viajar (cosa que dudo) o si a ella se la permitiera salir de vez en cuando (lo que no sé si quebranta las reglas), con mi novia.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende de qué gente y qué animales: por ejemplo, Chaak, el perro de mi hermana, me cae mejor que la mayoría de personas que conozco y opino que si en los últimos años hubiéramos sido gobernados por un cocodrilo, un ornitorrinco o un periquito, ahora mismo no estaríamos tan mal.
¿Es usted cruel?
Sinceramente, la crueldad solo se manifiesta en mi organismo en momentos de extrema resaca. Entonces, yo confieso, puedo llegar a adoptar modos de psicopatilla kamikaze. Pero es un defecto que estoy intentando corregir, en parte por no hacer daño a las personas que quiero y en parte por no tener que dejar de beber.
¿Tiene muchos amigos?
Según Facebook sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sobre todo, que sean buenas personas. Pero, ya puestos a pedir, me gustaría que estén conmigo las escasas veces en que les necesito y que sepan hacer mutis por el foro a la tercera o cuarta indirecta cuando no es así.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Jamás.
¿Es usted una persona sincera? 
No.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Procrastino con un tesón admirable, principalmente navegando por internet, escuchando música, leyendo, viendo documentales, películas o partidos de fútbol (actuales o viejunos) o repitiéndome que debería tomar las riendas de mi vida y dejar de perder el tiempo.
¿Qué le da más miedo?
Prácticamente todo. Que es, más o menos, lo mismo que me da esperanza o me divierte, a veces por razones parecidas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El cinismo de nuestra sociedad, la hipocresía de nuestros medios de comunicación y la avaricia  sin medida mientras el prójimo se muere literalmente de hambre y miseria.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No he decidido ser escritor ni llevar una vida creativa: trabajo como profesor de Secundaria (como dice el Gran [Manuel] Vilas: “hace frío fuera del mercado laboral”). De no dedicar parte de mi tiempo a escribir y leer cosas que, supuestamente, me valdrán para escribir, supongo que tendría algún otro hobby o pasión que no me alejara de mis verdaderos objetivos en la vida: intentar ser un profesor digno, un hijo decente, un amigo fiel y un amante generoso.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Solo en el dormitorio.
¿Sabe cocinar?
Sabía, pero mi novia lo hace tan bien que he acabado por encargarme de la limpieza, decisión con la que hemos salido ganando todos menos la limpieza.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Manuel Chaves Nogales, ejemplo de ética profesional llevada al extremo y de periodista insobornable por encima de intereses e ideología, es decir, un personaje casi de ciencia ficción al que, además, debo mi actual puesto de trabajo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Cholismo.
¿Y la más peligrosa?
Fanatismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Claro.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Considero que el mundo es injusto y me preocupa la desigualdad pero no hasta el punto de morir ni matar por ella. Es decir, aunque supongo que los familiares y amigos que sufren mis continuas palizas sobre política no estarían de acuerdo, soy, como la mayor parte de los que leen esto, una persona que peca de indiferencia y, por tanto, de egoísmo. Por concretar un poco más, deambulo entre la extrema izquierda y la indiferencia más exacerbada, llegando a caer en un burgués conformismo socialdemócrata de andar por casa en los momentos de mayor escepticismo. No me lo tengan en cuenta.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gustaría ser yo con diez años y cinco kilos menos y tres o cuatro centímetros más.
¿Cuáles son sus vicios principales?
“Todo goce comienza en la autodestrucción” dicen que decía Panero citando a Artaud… Voy a decir “comprar libros”.
¿Y sus virtudes?
No soy tan imbécil como a simple vista podría parecer.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La verdad es que me cuesta pensar en imágenes, pero tengo preparada una “Deadlist” para el momento de mi muerte (si me pilla en casa y en condiciones) o mi funeral, si mi novia me permite la mamarrachada hipster póstuma. Por elegir una canción que quepa en el tiempo que calculo a un ahogamiento medio, “For the good times” en la versión de Johnny Cash, “Dress sexy at my funeral” de Smog o, qué narices, aunque muera antes y me quede a medias “You can´t always get what you want” de los Rolling Stones o “El hombre que casi conoció a Michi Panero” de Nacho Vegas. Si, de nuevo, estoy incumpliendo las reglas y tengo que ceñirme a imágenes, me gustaría que pasara un greatest hits de mis mejores momentos como ser humano, pero la mente es caprichosa por naturaleza y no puedo asegurar que no aparecieran el gol de Miranda al Real Madrid que nos dio una Copa o el de Godín al Barcelona que nos hizo ganar la Liga más difícil de la historia: mi vida en un saque de esquina.

T. M.