domingo, 1 de marzo de 2015

Entrevista capotiana a Adriana Moragues

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Adriana Moragues.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La casa de mis padres en Sevilla.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende del animal o la persona que sea.
¿Es usted cruel?
Supongo que la crueldad es hacer daño conscientemente, así que cruel no he sido.
¿Tiene muchos amigos?
Los necesarios.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La confianza de poder ser uno mismo sin ser juzgado. Un apoyo incondicional.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Dejan de serlo en el momento que eso ocurre.
¿Es usted una persona sincera? 
Cada vez más.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con una guitarra o una buena reunión de amigos en casa.
¿Qué le da más miedo?
Perder la raíz. Me he criado rodeada de familia y amigos que siguen estando, y creo que nunca hay que perder un sitio a donde volver. El hogar.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Pocas cosas me escandalizan, intento ser comprensiva con las circunstancias de cada uno y las costumbres. Pero algo que más que escandalizarme me sorprende es la era tecnológica, las redes, gente que vive para eso, y temo por ellos cuando eso se acabe y no sepan disfrutar del día a día sin echar una foto.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No me imagino de otra forma, es lo único certero en mí.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Tengo etapas, pero no me apasiona.
¿Sabe cocinar?
En casa dicen que sí. Llevo cocinando desde que era muy pequeña, siempre me gustó compartir eso con mi madre, y todavía la sigo llamando para alguna receta.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Mi abuela sin duda, me apasiona su vitalidad con 91 años.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Libertad.
¿Y la más peligrosa?
Nunca.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¡No!
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que se acercan al respeto y la libertad.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un pájaro.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Tengo demasiados como para elegir dos o tres.
¿Y sus virtudes?
La pasión.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema  clásico, le pasarían por la cabeza?
No me rendiría hasta coger aire.

T. M.