jueves, 23 de julio de 2015

Entrevista capotiana a José María Pont

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José María Pont.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi imaginación, o mejor la imaginación de un joven actor porno de éxito. 
¿Prefiere los animales a la gente?
La gente es un término que puede sonar peyorativo. Prefiero hablar de personas, Son mi animal favorito.
¿Es usted cruel?
Jamás. Mis personajes, en cambio, suelen serlo.
¿Tiene muchos amigos?
Me encantaría poder decir que sí, pero quién sabe.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
¡Ninguna! Odiaría quedarme sin ellos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Un buen amigo dispone de barra libre emocional. Los demás solo a veces.
¿Es usted una persona sincera? 
Las circunstancias mandan. Cómo dijo el gran Kurt Vonnegut, “el que crea en la telequinesis que levante mi mano”.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con el tiempo, libre o no, hago lo que me viene en gana. Menos cuando mi mujer dispone otra cosa, lo que suele ocurrir siempre.
¿Qué le da más miedo?
Me dan tanto miedo los animales con plumas como las personas que nos amenazan con sus verdades absolutas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Esas personas que se creen poseídas de la verdad cuando tratan de imponerla.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera encantado ser actor profesional (actúo todos los días, pero ahora mismo tampoco me pagan por ello).
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Soy ancho de tórax, lo cual limita en gran manera mi capacidad para desarrollar actividades físicas que se puedan calificar como ejercicio. Pero pienso mucho en ello.  
¿Sabe cocinar?
Sé comer, y también beber.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Sin duda a dios, no puedo olvidarme de cómo dejó un montón de cosas a medias para las que no encuentro quién les ponga remedio.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No hay esperanza. Hay una chica que vive en el edificio de enfrente que se llama Esperanza, si la pregunta era por ella entonces la respuesta es: tetas.
¿Y la más peligrosa?
Esperanza. Provoca dejación del presente.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Al ministro de hacienda, en varias ocasiones.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Dejadme en paz.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Siempre quise ser el consorte de una registradora de la propiedad.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Vicio es una palabra a erradicar del diccionario por su falta de significado. Hasta que alguien con autoridad decida hacerlo digamos que me hurgo la nariz con el dedo cuando creo que nadie me está mirando.
¿Y sus virtudes?
Eso deberían decirlo otros… no, mejor las digo yo, no sea que nadie diga nada. Es más, escribiré una trilogía al respecto.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No tengo ni idea, pero puestos a pensar algo en una situación tan apurada desearía que me pasara por la cabeza la imagen de Esperanza, mi vecina.

T. M.