En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Francisco Nieva.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El Hotel
Reina Victoria de Ronda.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende de
qué gente.
¿Es usted cruel?
Mi Teatro Furioso
está inspirado en el Teatro de la Crueldad de Artaud, pero incluso mis personajes
más malos tienen un punto de ternura y comicidad. Podría decirse que siento
piedad por los crueles. Al final, soy un perdonador.
¿Tiene muchos amigos?
Los que
merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Como dijo
Picasso: yo no busco, encuentro.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Cuando se visten
mal.
¿Es usted una persona sincera?
Siempre
evito hacerme esa pregunta por si me engaño a mí mismo. Como dramaturgo, soy un
simulador profesional.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Trabajando.
¿Qué le da más miedo?
¿Qué le da más miedo?
Los
cruceros de placer.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
El mal gusto.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Sería
albañil.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
La siesta.
¿Sabe cocinar?
Me lo invento.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Al Marqués de Sade.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
La italiana MAGARI,
que significa ojalá.
¿Y la más peligrosa?
LA VERDAD.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un heterodoxo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Albañil.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Todos los dulces.
¿Y sus virtudes?
La terquedad y la
paciencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El Apocalipsis.
T. M.