miércoles, 2 de diciembre de 2015

Entrevista capotiana a Aitor Francos

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Aitor Francos.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Me conformo con una biblioteca infinita, la de Babel, descrita por Jorge Luis Borges. Y que haya una ventana por la que entre un poco de luz cada tantos días. O lo que es lo mismo, un bosque de libros y una linterna.
¿Prefiere los animales a la gente?
Por norma general no. Habría que considerar variantes y excepciones.
¿Es usted cruel?
Con los demás no.
¿Tiene muchos amigos?
Según. ¿Cuántos serían muchos?
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No he elegido a mis amigos por sus cualidades. Lo que ya no sé es si ellos me han elegido a mí en función de sus cualidades.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. En cualquier caso, prefiero que me decepcionen a decepcionarlos yo.
¿Es usted una persona sincera? 
Siempre que las circunstancias me lo permiten sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo. O durmiendo.
¿Qué le da más miedo?
No tener miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Una muerte absurda.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Probablemente me hubiese hecho psiquiatra.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Paseo de vez en cuando por mi cuarto.
¿Sabe cocinar?
No, pero abro todos los días el frigorífico.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Probablemente a Omar Jayyam.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Cualquier palabra que sea nueva.
¿Y la más peligrosa?
No veo cómo una palabra por sí sola, en un diccionario, pueda ser peligrosa.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, he matado el deseo de hacerlo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las mismas que las de mis contrarios.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Detective de novelas policiacas, pero de una saga interminable.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El pesimismo.
¿Y sus virtudes?
La constancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La de un vaso de agua vacío.

T. M.