viernes, 11 de diciembre de 2015

Entrevista capotiana a Fedosy Santaella

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Fedosy Santaella.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Te parecerá curioso, pero me agrada el mundo postapocalíptico de La carretera de Cormac McCarthy. Me agrada incluso esa idea de la búsqueda del mar que está en la novela. Con las cosas como están, en Venezuela y en el mundo en general, en verdad provoca andar solo por estos lares. Aunque, como en la novela, ya sabemos, sobran los caníbales, y eso no está tan bien, pero ni modo, a todo paraíso le hace falta un demonio dándole vueltas, ¿no? Si no, ¿qué sentido tiene el paraíso? Me gusta también Ciudad Gótica, una ciudad, sin duda, de postrimerías. Y, como Capote, también me gusta Nueva York.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me gustan los gatos, y algunas personas.
¿Es usted cruel?
Quién sabe. Aristóteles planteaba que el hombre vivía entre dos extremos, entre el placer y el dolor, y que tendemos hacia uno de esos dos extremos. Y sí, en ocasiones vamos hacia el dolor porque nos da placer y hacia el placer porque sabemos que nos dolerá. El ser humano es complejo, y por ello, la crueldad es muy humana. La crueldad y el amor, por ejemplo, ¿quién dice que no son lo mismo? ¿Quién no ha hecho sufrir a la persona amada? ¿Quién no ha sufrido amando? El sexo, ¿no tiene algo de dolor placentero? En Desgracia, de Coetzee, Lucy Lurie interpela a su padre sobre el sexo y le dice que los hombres, cuando poseen sexualmente a una mujer, al mismo tiempo la matan, con su peso, con su cuerpo, como si le clavaran un cuchillo. Una vez más: placer y dolor juntos. Sí, somos crueles. ¿Quién no es cruel?
¿Tiene muchos amigos?
Por fortuna, no. Entre las ventajas de hacerse viejo, está la de prescindir de los amigos. Me gusta la soledad, y me gusta tener pocos amigos. No es uno quien los elige, ni ellos nos eligen a nosotros. Son cosas del tiempo. Eso sí, las mejores amistades, son las que tienen algo o mucho de diplomacia inglesa. Son esas amistades que no caen en el ridículo de las confesiones, de esas que se van dando con la simpatía de los años, de cuando en cuando, con humor, afecto e inteligencia.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Los necesito lo suficientemente inteligentes como para tener una buena conversación cargada de humor y buen lenguaje. Tampoco necesito amigos morales. Ya me basta con los jurados de concurso, con Dios y con los locos de tus enemigos, para que también un amigo te ande juzgando.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Si cada quien vive su vida sin molestar ni juzgar al otro, ¿para qué hablar de decepciones?
¿Es usted una persona sincera? 
La sinceridad es un asunto de prudencia, de kairós, de oportunidad. Vamos, en un ascensor no puedes decirle a la muchacha que acaba de entrar con dos musculosos que tiene un culo maravilloso. Eso es ser sincero, ¿no? Ahora, una cosa es ser prudente y otra es ser hipócrita. El hipócrita te halaga, te sonríe y te trata de mil maravillas cuando en realidad te detesta. Yo no halago, no sonrío y evito el trato de la gente que no me gusta.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gustaría tener más tiempo libre para ir a visitar a mis amigos libreros. Quedarme con ellos en la librería, conversar, mirar libros y tomar café. Las librerías son un lugar para el recogimiento y para la soledad. Cuando tu amigo librero debe revisar un inventario o cuando llega un cliente, te deja solo, y entonces puedes, con calma, volver a mirar libros, y no pasa nada con la conversación interrumpida, que era sobre cualquier cosa. La soledad es buena. Uno de los asuntos que nos tienen mal en nuestros tiempos, es el miedo a la soledad. La soledad es un templo, no un laberinto. Eso debería entenderse. Si fuese así, habría menos jóvenes buscando fundamentalismos religiosos y políticos.
¿Qué le da más miedo?
Me da miedo tanto insensato que cree que puede salvar el mundo. Estúpidos como esos nos tienen de cabeza. Me da miedo también el conocimiento sin sensatez, sin prudencia. Me da miedo los que siempre creen tener la razón. También me da miedo pensarme sin elegancia. La elegancia es fundamental en la vida.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Ya sufrí lo suficiente como andar de dama antañona. Ahora, más que escandalizarme, me duele y me preocupa la estupidez fundamentalista, política, económica y religiosa. A un nivel más pedestre, me parece que nada peor que los facciosos. Los facciosos en el mundo literario están a la orden del día. Si no eres su amiguito y no te tomas vinos con él y le halagas sus gracias, ni te nombran, no existes. Eso sí, esa gente hace daño hasta donde le alcanza su mediocridad. Con las almas elegantes no tienen cabida.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera querido ser un caballero inglés. Alguien así como Phileas Fogg o Sherlock Holmes. Es decir, hubiera preferido ser un personaje de ficción elegante. ¿Uno puede reencarnar en un personaje de ficción? No estaría mal tampoco ser un jefe de mafia ruso, un vor v sacone.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Pretendo ir al gimnasio semanalmente. A veces lo hago, a veces no. A veces la escritura me gana. Dejé de trabajar en oficinas para no tener que esclavizarme con un mismo lugar todos los días. Lo mismo digo del gimnasio. Prefiero, sí, ser esclavo de la escritura.
¿Sabe cocinar?
Como en la respuesta anterior: pretendo ser buen cocinero. Tampoco soy exquisito. Creo en la comida sencilla: la milanesa, la hamburguesa, una buena salsa para pasta y unos sabrosos vegetales en el wok. Me gusta fregar los platos, eso sí. Fregar es una forma de meditación. En las fiestas, me aparto y friego, y así evito estar con la gente. Eso me hace feliz.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Escribiría otra vez sobre Tesla, y otra vez sobre Vidocq, y otra vez sobre Boris Vian. Hablando de Tesla, he estado pensado en escribir sobre Elon Musk. Qué personaje. Supe de él en un capítulo de Big Bang Theory. Creo que hay que seguirle los pasos, y hablar sobre él. Sí, para no repetir los artículos, escribiría sobre Elon Musk.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Me gusta la palabra sensatez, que va unida a la palabra paz, que va unida a la palabra libertad. Ahora, la palabra libertad puede ser peligrosa, por la libertad se ha derramado un montón de sangre. También puede haber una paz con tensiones ocultas, de fondo, pero ya no sería paz, sino calma tensa. La palabra sensatez no funciona sola, porque no se puede ser sensato en soledad, aunque la soledad bien llevada me parece una cosa sensata. Lo que quiero decir, es que necesitamos siempre de buenas cadenas de palabras, necesitamos conectar puntos de bondad por medio de las palabras. Ahora, la palabra esperanza, ¿es una palabra llena de esperanza? Recuerdo a Wittgenstein en el Libro azul: ¿Cuál es el significado de la palabra significado?, se preguntaba Wittgenstein. Pues bien, ¿qué esperanza guarda la palabra esperanza? También hay palabras hermosas que me llenan de esperanza, son palabras que, por hermosas, tienen una utilidad, digamos sanadora, esperanzadora. Alguna de esas palabras son: trinquete, gavia, babor, estribor, pescante, escotilla, amura, crujía, anclote, gallardete, bitácora… Aunque puede que no sepamos lo que significan, ¿no  son hermosas?, ¿no guardan en sí una especie de esperanza de lejanías, de bellezas posibles, de bien deseable? Si no me equivoco, los griegos llamaban a este tipo de cosas kalon-agathon, aquello que es bello e inútil, pero al mismo tiempo bueno moralmente, útil moralmente. Y bueno, para finalizar, la palabra ética (que para mí va unida a la palabra elegancia) me llena también de esperanza.
¿Y la más peligrosa?
Ninguna palabra es peligrosa en sí misma, los hombres las hacen peligrosas. Alá es una palabra hermosa, yihad es una palabra hermosa. Fundamentalismo es una palabra hermosa. Yo puedo decir, por ejemplo, que soy un fundamentalista de la sensatez. Amabilidad es una palabra hermosa, pero te juro que he conocido a un tipo que se esforzaba por ser tan pero tan amable que desembocaba en lo maléfico. Él quería ser el más amable de todos, tan amable que terminaba siendo un tirano y un egoísta. El tipo, digámoslo así, era un fundamentalista de la amabilidad. Así que, lo que es peligroso es el hombre y las intenciones con que organiza las palabras en sus discursos y sus acciones.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Todos somos humanos, todos hemos deseado la muerte de alguien. O su tortura infinita, que es mucho más cruel y placentero. Quien esté libre de pecado que tire la primera pistola que ocultaba bajo la manga.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No sé, me gusta la ética de Aristóteles, y no me siento incómodo dentro de un sistema democrático donde el Estado me deje en paz. Eso en cuanto a mí, pero también quisiera que el Estado se ocupara de los asuntos sociales de la mayoría de la población y les diera herramientas para educarlos. No me lleno la boca diciendo que soy liberal, tampoco que soy de izquierda. Me parece que quien anda diciendo estas cosas al aire, lo hace para demostrar que sabe de filosofía política y que es muy inteligente. Sobre una base democrática, eso sí, deberíamos todos permitir un Estado que nos lleve a convivir en paz y en libertad. Nacimos iguales, sí, y nacimos también todos capaces para desarrollar el uso de nuestra razón y adecuar nuestros sentimientos. El Estado debería facilitar mecanismos para que todos podamos crecer racional y emocionalmente de manera tal que lleguemos a ser libres. Sí, ya me puse kantiano, pero yo de Kant no sé mucho. Así que no me hagas caso, que ni idea de lo que digo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Como cosa, me gustaría ser libro, un buen libro, eso sí, el Quijote.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Uhm, los vicios son privados, así que me privo de decirlos. Por ahí he dicho que me gusta el porno. ¿El porno es un vicio? Bueno, hasta acá.
¿Y sus virtudes?
Todo depende del cristal con que tú mismo te mires. O desde el vicio con que te mires. No sé, la humildad debería ser una virtud, y me gusta practicarla.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Si me estoy ahogando, me gustaría ver la imagen de un salvavidas y que ese salvavidas se hiciera real. Luego, me gustaría que al alzarme con ese salvavidas llegara a un bote donde estuvieran un montón de modelos estilo Victoria´s Secret que me dijeran en pucheros y haciéndome caricias: «Ya, chiquito, ya toda pasó.» Ahora, si ya voy muriendo, me gustaría verme niño, a la orilla del mar, jugando en la arena y de pronto alzando la mano hacia las olas, allá al fondo, diciéndole adiós a ese otro yo que en el mar se ahoga.

T. M.