domingo, 13 de marzo de 2016

Entrevista capotiana a Javier Moro

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Moro.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una casa en el campo, con vistas al mar y banda ancha.
¿Prefiere los animales a la gente?
No siempre.
¿Es usted cruel?
Ya no.
¿Tiene muchos amigos?
Los justos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que tengan sentido del humor, que sean un poco malpensados.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Me ha ocurrido.  Pocas veces, pero sí, ocurre.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Haciendo el vago.
¿Qué le da más miedo?
El paso previo a la muerte. La enfermedad también, el sufrimiento físico y la soledad impuesta.  Y encontrarme con un alacrán en la cama al acostarme.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La vida política española, por ejemplo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado trabajar en aviación, o en algo que tuviera que ver con los viajes.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí. Religiosamente. Tres veces por semana.
¿Sabe cocinar?
Sí. Me relaja. Y como me gusta comer, lo disfruto mucho.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi tío Dominique Lapierre.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sexo.
¿Y la más peligrosa?
Amor.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Me hubiera gustado estrangular a algún funcionario terco, en varias ocasiones. Ah, y al abogado de mi ex.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Cada vez más liberal. Que el Estado se meta en mi vida lo menos posible.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Rentista. Es lo más cómodo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La gula, la lujuria, el hedonismo.
¿Y sus virtudes?
Soy puntual y aseado.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Creo que las imágenes de los rostros de los que me han querido mucho, y de los que yo quiero mucho. Una especie de despedida.

T. M.