En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pedro Pujante.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En
Higueras, un pueblo ficticio que he creado yo. Aparece en mi novela Los huéspedes y tiene la particularidad
de que en él cualquier cosa podría ocurrir.
¿Prefiere los animales a la gente?
¿Cuál es
la diferencia? No, en serio, me gusta la gente: con ella puedes hablar –es una
exageración, lo sé– y puedo experimentar sensaciones como la sorpresa, la
admiración, la complicidad, la magia o el amor. Creo que vivimos en una
sociedad en la que se sobrevaloran a los animales. ¿Por qué hay tantas fotos de
gatos en Facebook? Es algo que no logro comprender. Aunque bien es cierto que una sociedad puede
medir su desarrollo moral en el trato que brinda a los animales.
¿Es usted cruel?
Solo los necios o
los psicópatas pueden ser crueles. Sin embargo, me interesa la crueldad en un
plano estético, creo que disfruto con raciones dosificadas de crueldad.
Shakespeare es cruento, el cine de Tarantino y de Sion Sono y las novelas de
Cormac MacCarty respiran crueldad. Y disfruto consumiéndolas. En el sexo
también hay una dimensión de crueldad medida. ¿No es el fondo el hombre un
animal violento y cruel que ha aprendido a dominar sus instintos?
¿Tiene muchos amigos?
¿Tiene muchos amigos?
Los verdaderos
amigos son pocos. Hay muchos compañeros de viaje en la vida y gente que en un
momento determinado es importante para ti y puedes contar con ella. Pero los
amigos verdaderos suelen ser escasos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Complicidad,
transparencia: no creo que a la amistad se le pueda exigir nada.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Con el tiempo la
vida suele ser decepcionante en muchos aspectos. Las personas decepcionan.
Aunque los amigos se lo perdonan todo. Esta pregunta me hace preguntarme: ¿a
cuántos amigos habré yo decepcionado?
¿Es usted una persona sincera?
Sí, no, no
lo sé. Los escritores mentimos por norma. La realidad nos parece una falacia,
así que en nuestras ficciones solemos ser, de algún modo, sinceros.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Añadiendo
escaparates de irrealidad a la realidad: ¿no es eso la literatura?
¿Qué le da más miedo?
La locura,
la soledad. Que llegue un día y descubra
que el mundo es un lugar solitario lleno de certezas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Que todavía dejemos
que estatuas y credos obsoletos se usen para manipular a las personas. Que
nuestros líderes engañen a sus propios votantes. Que se sigan fabricando armas,
que la guerra sea un negocio.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
La vida es
una ficción: nuestros recuerdos, nuestros sueños, nuestras conversaciones está
plagadas de invenciones. El ser humano es creativo por naturaleza. Todos
inventamos cada día. El arte no es patrimonio de los escritores o museos. No
creo que exista una vida no-creativa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Yoga,
pasear.
¿Sabe cocinar?
No, pero trato de
conocer buenos restaurantes.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Ramón
Gómez de la Serna. A ser posible en su despacho-museo, sentado junto a su
muñeca de cera.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
ESPERANZA.
¿Y la más peligrosa?
¿Y la más peligrosa?
AVARICIA.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Realmente no.
Siempre hay personas a las que se odia pero pensado fríamente, la vida es tan
insignificante si se compara con la eternidad de la muerte que ningún odio me
movería a desear la muerte, y mucho menos, ser yo el asesino. Aunque pensándolo
bien, no estaría mal que se hubiese muerto de neumonía ese niño llamado Hitler.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
La política me
parece un juego dialéctico en el que se pretende simplificar las ideas de las
personas a dos colores: izquierda y derecha. Los humanos somos más complejos
que un par de bandos políticos, ¿por qué he de ser de un color concreto? Hay
cosas que en la izquierda tienen sentido y otras que las encuentro utópicas.
Igualmente, me ocurre con la derecha. Hay posturas deleznables y con las que no
comulgo, pero otros planteamientos que son factibles. En fin, no entiendo
demasiado de política y los que escribimos ficción no tenemos por qué saber de
política.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Viajero
del tiempo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La lectura, el café,
el vino, la vida.
¿Y sus virtudes?
Siempre estoy de
buen humor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Fragmentos de libros
que no existen, el rostro de Elsa Pataky, es decir: las cosas más bellas de
este mundo.
T. M.