martes, 7 de junio de 2016

Entrevista capotiana a Pedro Pujante

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pedro Pujante.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En Higueras, un pueblo ficticio que he creado yo. Aparece en mi novela Los huéspedes y tiene la particularidad de que en él cualquier cosa podría ocurrir.
¿Prefiere los animales a la gente?
¿Cuál es la diferencia? No, en serio, me gusta la gente: con ella puedes hablar –es una exageración, lo sé– y puedo experimentar sensaciones como la sorpresa, la admiración, la complicidad, la magia o el amor. Creo que vivimos en una sociedad en la que se sobrevaloran a los animales. ¿Por qué hay tantas fotos de gatos en Facebook? Es algo que no logro comprender.  Aunque bien es cierto que una sociedad puede medir su desarrollo moral en el trato que brinda a los animales.
¿Es usted cruel?
Solo los necios o los psicópatas pueden ser crueles. Sin embargo, me interesa la crueldad en un plano estético, creo que disfruto con raciones dosificadas de crueldad. Shakespeare es cruento, el cine de Tarantino y de Sion Sono y las novelas de Cormac MacCarty respiran crueldad. Y disfruto consumiéndolas. En el sexo también hay una dimensión de crueldad medida. ¿No es el fondo el hombre un animal violento y cruel que ha aprendido a dominar sus instintos?
¿Tiene muchos amigos?
Los verdaderos amigos son pocos. Hay muchos compañeros de viaje en la vida y gente que en un momento determinado es importante para ti y puedes contar con ella. Pero los amigos verdaderos suelen ser escasos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Complicidad, transparencia: no creo que a la amistad se le pueda exigir nada.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Con el tiempo la vida suele ser decepcionante en muchos aspectos. Las personas decepcionan. Aunque los amigos se lo perdonan todo. Esta pregunta me hace preguntarme: ¿a cuántos amigos habré yo decepcionado?
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, no, no lo sé. Los escritores mentimos por norma. La realidad nos parece una falacia, así que en nuestras ficciones solemos ser, de algún modo, sinceros.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Añadiendo escaparates de irrealidad a la realidad: ¿no es eso la literatura?
¿Qué le da más miedo?
La locura, la soledad.  Que llegue un día y descubra que el mundo es un lugar solitario lleno de certezas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que todavía dejemos que estatuas y credos obsoletos se usen para manipular a las personas. Que nuestros líderes engañen a sus propios votantes. Que se sigan fabricando armas, que la guerra sea un negocio.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
La vida es una ficción: nuestros recuerdos, nuestros sueños, nuestras conversaciones está plagadas de invenciones. El ser humano es creativo por naturaleza. Todos inventamos cada día. El arte no es patrimonio de los escritores o museos. No creo que exista una vida no-creativa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Yoga, pasear.
¿Sabe cocinar?
No, pero trato de conocer buenos restaurantes.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Ramón Gómez de la Serna. A ser posible en su despacho-museo, sentado junto a su muñeca de cera.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
ESPERANZA.
¿Y la más peligrosa?
AVARICIA.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Realmente no. Siempre hay personas a las que se odia pero pensado fríamente, la vida es tan insignificante si se compara con la eternidad de la muerte que ningún odio me movería a desear la muerte, y mucho menos, ser yo el asesino. Aunque pensándolo bien, no estaría mal que se hubiese muerto de neumonía ese niño llamado Hitler.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
La política me parece un juego dialéctico en el que se pretende simplificar las ideas de las personas a dos colores: izquierda y derecha. Los humanos somos más complejos que un par de bandos políticos, ¿por qué he de ser de un color concreto? Hay cosas que en la izquierda tienen sentido y otras que las encuentro utópicas. Igualmente, me ocurre con la derecha. Hay posturas deleznables y con las que no comulgo, pero otros planteamientos que son factibles. En fin, no entiendo demasiado de política y los que escribimos ficción no tenemos por qué saber de política.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Viajero del tiempo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La lectura, el café, el vino, la vida.
¿Y sus virtudes?
Siempre estoy de buen humor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Fragmentos de libros que no existen, el rostro de Elsa Pataky, es decir: las cosas más bellas de este mundo.

T. M.