Un día en un
hotel de Nueva York. He aquí lo que ofrece esta extraordinaria
novela-reportaje, como la llamó autora, Maria Leitner, que vivió en carne
propia lo que era sobrevivir en la Gran Manzana a base de todo tipo de empleos.
Su increíble historia personal habla de una mujer que ocupó más de ochenta
trabajos para tener material con el que literaturizar el reverso del sueño
americano: la explotación laboral, la pobreza, el ser nadie en una ciudad de
millones de seres buscando salir de su esfera social. Leitner publicó esta obra
en 1930; a lo largo de los años 1925-28 había recorrido Estados Unidos para
escribir reportajes para la prensa alemana. Muy comprometida con la lucha
obrera y los derechos de la mujer, el régimen de Hitler la incluiría en su
lista negra y tendría que huir atravesando varios países hasta que murió en un
psiquiátrico de Francia, en 1942, tras pedir en vano un visado para volver a
los Estados Unidos.
La traductora
del libro, Olga García, pone hincapié en su prólogo, titulado “Maria Leitner:
prohibida, proscrita y olvidada”, en cómo la escritora hizo de camarera,
doncella, fregona, obrera en una fábrica de tabaco, vendedora, etc., y cómo
viajó también al Caribe y Sudamérica, despertando con sus escritos la
admiración de colegas como Erika Mann. Una autora traducida a varias lenguas,
que ahora felizmente se recupera del olvido. Aquí seguiremos los pasos de la
joven irlandesa Shirley O’Brien, que empieza el día pensando en que será el
último en que trabaje en el Hotel América de lavandera. Las condiciones penosas
de sus compañeros, cierta rebelión ante los jefes, la situación de los negros,
todo el relato viene a destapar las crueldades de una sociedad jerarquizada
hasta el paroxismo, y así, la Gran Ciudad se concentra en un edificio de
treinta plantas, y el hormigueo de personajes, dramas íntimos y esperanzas
conmovedoras suben y bajan de un piso a otro en un relato memorable.
Publicado en La Razón, 2-VI-2016