sábado, 9 de julio de 2016

Entrevista capotiana a Luis Rafael Sánchez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Luis Rafael Sánchez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una calle arbolada en el West Side de Manhattan, por entre las calles  cuarenta y cuatro y ochenta y cuatro.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero la gente. Los animales son dependientes y me fastidian las dependencias.      
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Los necesarios. 
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Honestidad, pero sin jactancia.  Reniego de los totalitarismos  cobijados por  el adverbio más. Subo la guardia en cuanto alguien se proclama el MÁS  honesto, el MÁS vertical, el MÁS  patriótico, el MÁS justo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Supongo que tanto como yo a ellos.
¿Es usted una persona sincera?
Lo soy. Pero, evito que la sinceridad se abisme en la crueldad.  
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Caminando.     
¿Qué le da más miedo?
Perder el control de la vida a causa de una enfermedad terrible.   
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La fe religiosa que patrocina el asesinato. Religión, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre! He escrito artículos sobre el particular. Pienso en Malala tiene quién le escriba. Pienso en Donald el Impeorable. Pienso en   Homocidio, sobre el infierno que desató Omar Mateen en la discoteca Pulse. La prensa indaga ahora si el señor Mateen era homosexual. Vaya trabalenguas trágico el que sugiere tan grandísimo cabrón: Homosexual homófobo acaba de   homocida
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No sé.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Desgraciadamente no.   
¿Sabe cocinar?
No.
Si el Readers Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre un personaje inolvidable, ¿a quién elegiría?
Elegiría a alguien grande y sencillo. Pero, de una grandeza y una sencillez   nada beatas. Inolvidable por haber sido coherente mientras ocurrió su vida.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Paz.
¿Y la más peligrosa?
Paz.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar no, estrangular sí.  
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que intentan sacar a la raza humana del hoyo.  
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Atleta para sudar a chorros con el cuerpo. Director de cine para sudar a chorros con la mente.  
¿Cuáles son sus vicios principales?
Sólo llevo cuenta de los secundarios.     
¿Y sus virtudes?
De las virtudes me cuide Dios, que de los vicios me cuido yo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?  
Las imágenes de cuanto no hice, ya fuera por exceso de sensatez o exceso de cobardía. Doble ahogamiento, me queda claro.

T. M.