domingo, 27 de noviembre de 2016

Entrevista capotiana a Pedro Flores

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pedro Flores.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Ya uno vive en un solo lugar sin escapatoria, que es su cuerpo, pero viviría en un recuerdo feliz para siempre, o, aunque pueda sonar pedante, en un buen poema, hay poemas en los que se podría vivir por siempre.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, en general no. Eso sí, prefiero un orangután, que me fascinan a mucha gente.
¿Es usted cruel?
Creo que tengo mis efímeros momentos de crueldad.
¿Tiene muchos amigos?
No, tengo muy pocos, como debe ser.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco nada en ellos ni pretendo que lo busquen en mí.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Los que me han decepcionado han dejado de ser amigos. Y espero que a los que he decepcionado yo me borren de su amistad.
¿Es usted una persona sincera? 
Decía Machado que se miente por falta de imaginación, también la verdad se inventa.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Todo mi tiempo es libre, o lo procuro.
¿Qué le da más miedo?
La misma posibilidad del miedo creo que es lo preocupante.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Más que escandalizarme me enervan la impunidad de los malvados, la hipocresía generalizada y el borreguismo colectivo, la ignorancia disfrazada de democracia…
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No creo que yo lleve una vida creativa como eje central de mi existencia. Supongo que haría las cosas que hago ahora sin la presencia d ela escritura, como oficio no tengo ninguna vocación más allá de esta.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, juego al baloncesto desde que era niño. Cada vez me arrastro más penosamente. También he practicado de modo lamentable el boxeo.
¿Sabe cocinar?
Sí, se me da bien abrir las latas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Elegiría al poeta Roque Dalton, pero no creo que entremos en la línea editorial de esa publicación, ni Dalton ni yo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Revolución.
¿Y la más peligrosa?
Olvido.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, constantemente.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un anarquista solitario.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
La piedra del poema de León Felipe.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Mi principal vicio es la filatelia.
¿Y sus virtudes?
Pocas y cobardes.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La imagen de mi mujer es lo último que me ha de quedar de este mundo.

T. M.