viernes, 27 de enero de 2017

Entrevista capotiana a Sílvia Andrés Serna y Rafael Manrique

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Sílvia Andrés Serna y Rafael Manrique.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sílvia: Una casa con terraza en el ensanche de Barcelona.
Rafael: Mi propia casa.
¿Prefiere los animales a la gente?
Sílvia: No, prefiero a la gente… a alguna gente… a poca.
Rafael: Entre animales y gente… prefiero a algunas personas. 
¿Es usted cruel?
Sílvia: No, más bien bondadosa, aunque algunos piensen que mi timidez es “bordería”.
Rafael: Cuando soy bueno, soy muy bueno; cuando soy malévolo soy mucho mejor.
¿Tiene muchos amigos?
Sílvia: Pocos.
Rafael: Conozco a mucha gente. Tengo pocos amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sílvia: Sencillez, bondad, inteligencia… y algo de sofisticación.
Rafael: Inteligencia, cultura, belleza.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sílvia: A veces, sí. Como yo a ellos.
Rafael: No. Prefiero que me sorprendan, aunque sea en negativo, a que sean previsibles y aburridos.
¿Es usted una persona sincera? 
Sílvia: No del todo. Eso es una grosería obscena.
Rafael: Mi religión me lo prohíbe.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Sílvia: Viajar, leer… escribir poemas.
Rafael: Leer, pensar, el cine, divagar, escribir, viajar.
¿Qué le da más miedo?
Sílvia: La irracionalidad, el machismo… la arrogancia.
Rafael: La ignorancia, la irracionalidad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Sílvia: No me escandaliza nada. Me molestan, me indignan y me deprimen bastantes cosas.
Rafael: Ahora mismo, nada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Sílvia: Viajar más… pero no renunciaría a escribir. Y a leer.
Rafael: Me hubiera gustado ser arquitecto.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sílvia: ¡Por favor, no!
Rafael: ¿Algún tipo de qué? Se equivoca usted; soy un intelectual.
¿Sabe cocinar?
Sílvia: Sobreviviría.
Rafael: ¿Si sé qué? Esta entrevista empieza a tomar una deriva…
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Sílvia: Emily Dickinson.
Rafael: Nelson Mandela.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sílvia: Alegría.
Rafael: Coincido, por una vez, con Sílvia: alegría.
¿Y la más peligrosa?
Sílvia: Utopía.
Rafael: Esperanza.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sílvia: No, pero que pensar que si alguien estuviera muerto sería mejor para todos… sí. Alguna vez.
Rafael: Por supuesto. Mis fantasías son mucho mejores que cualquier film de Tarantino.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Sílvia: Demócrata radical.
Rafael: Ideológicamente socialista.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Sílvia: Cantante. No me he decantado si de soul o de ópera renacentista.
Rafael: Mae West; sin dudarlo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Sílvia: Los hombres. No escarmiento.
Rafael: El kitsch y un cierto tipo de vulgaridad algo casposa. Me fascinan.
¿Y sus virtudes?
Sílvia: La paciencia, la templanza.
Rafael: La inteligencia, la cortesía y, aunque difícil verlo a primera –y tal vez a segunda– vista, la ternura.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Sílvia: Todo aquello a lo que no me atreví. No sé si tendría tiempo para tanto.
Rafael: Sería como en la famosa escena de Cinema Paradiso: todos los besos maravillosos que he dado y recibido.

T. M.