martes, 18 de abril de 2017

Entrevista capotiana a L. Rodríguez Iglesias

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Legna Rodríguez Iglesias.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Ese lugar sería un cuarto con un baño y una laptop y una olla y una cama y una almohada y si es posible un animal doméstico del tipo bulldog francés, o galgo italiano, en última instancia.
¿Prefiere los animales a la gente?
No.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo los mejores.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La inteligencia, la lealtad, la sensualidad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera?
Muy.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Viendo cine.
¿Qué le da más miedo?
Cualquier tipo de reptil, desde una salamandra hasta un dinosaurio.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Las dictaduras, la burocracia, una mujer gorda comiendo hamburguesa, un hombre negro desnudo trabajando bajo el sol para un hombre blanco vestido, y algunas cosas más.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Cualquier trabajo en solitario que no sea con comida, tampoco con tabaco. Algo manual y repetitivo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me gusta caminar e ir en bicicleta a cualquier lado.
¿Sabe cocinar?
Sí, me encanta preparar arroces negros o quinoa. Sé cocinar instintivamente. Y a todo le pongo orégano o albahaca.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Esta es la respuesta en la que me he demorado más. Me gusta crear mis propios personajes. No sabría escribir sobre un personaje que creó otro.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Bamidele.
¿Y la más peligrosa?
Estúpida.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Yo no.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Ni dictaduras, ni un sistema dirigido por un estafador que no sepa hablar.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
¿Otra cosa? ¿Qué otra cosa? Me gustaría ser yo misma con diez centímetros más y sin dolores de ovarios.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Lavarme los pies, arrancarme las cutículas, hacerme tatuajes, organizarlo todo, en un orden aleatorio.
¿Y sus virtudes?
Nunca he pensado en mis virtudes. He tenido problemas por decir las cosas que pienso sin pensarlo dos veces, sin adornar el mensaje, y estoy orgullosa de ello. La disciplina, podría ser, a la hora de escribir. También hago feliz a cierta persona de cierta forma en ciertos momentos y de cierta manera, muy efectiva.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Ahogarme es uno de mis sueños recurrentes. Soy asmática y sueño eso, que me ahogo. Me ahogo y muero. No hay una imagen peor.
T. M.