martes, 23 de mayo de 2017

Entrevista capotiana a Carlos Javier Cebrián

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carlos Javier Cebrián.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa o una Biblioteca.
¿Prefiere los animales a la gente?
No.
¿Es usted cruel?
Quiero creer que no.
¿Tiene muchos amigos?
Espero que sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que lo sean, mis amigos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
A veces.
¿Es usted una persona sincera?
Absolutamente, por desgracia.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Siendo libre y escuchando música.
¿Qué le da más miedo?
La muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La corrupción política y personal.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Jugar a Fútbol.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Chi Kung, de vez en cuando.
¿Sabe cocinar?
Casi nada.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Mozart.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza.
¿Y la más peligrosa?
Peligro.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No...
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
De izquierdas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Músico, siempre.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El chocolate y la sinceridad.
¿Y sus virtudes?
La Honestidad, creo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Su rostro y también, por experiencia lo sé, burbujas y la lejanía de la orilla, o la barandilla...

T. M.