lunes, 1 de mayo de 2017

Entrevista capotiana a Juan Vilches

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Vilches.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una isla desierta, de arena blanca y aguas de color azul turquesa.
¿Prefiere los animales a la gente?
¿Son excluyentes? No lo creo. Desde hace miles de años convivimos con los animales.
¿Es usted cruel?
Jamás.
¿Tiene muchos amigos?
Conozco a muchas personas. Pero amigos, amigos, solo tengo los justitos. Pocos, pero de verdad. En los momentos malos es cuando se demuestra una amistad, y a estas alturas de mi vida sé muy bien quién puede estar a mi lado y quién se colocaría de perfil.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, fidelidad, sinceridad, complicidad y, sobre todo, mucho sentido de humor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Soy bastante benévolo con los demás, mucho más benévolo que conmigo mismo. Si un amigo me decepciona, cosa que es bastante infrecuente, siempre le doy una segunda oportunidad. Ahora bien, si a pesar de todo me sigue decepcionando, soy implacable, y lo borro para siempre de mi lista.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, aunque a veces, por educación, lástima o bondad, no soy todo lo sincero que debería ser.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con los seres queridos.
¿Qué le da más miedo?
La traición, la soledad y el olvido.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El amiguismo y la injusticia. Dos lacras que, en este país, van demasiado unidas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Lo que soy cuando no escribo: jurista.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Antes sí, pero una pequeña lesión en el hombro (por culpa del gimnasio) me ha tenido apartado del mundo del deporte durante varios meses. Espero recuperarme pronto.
¿Sabe cocinar?
Me encantaría, pero, la verdad, soy un desastre absoluto. Para mí la cocina es un lugar misterioso y desconocido.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Napoleón en Santa Helena.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amistad.
¿Y la más peligrosa?
Traición.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Soy bastante pacífico, incluso al volante de un coche. Como jurista, para mí, matar es un delito, salvo en los casos de legítima defensa.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No me convence ni la derecha ni la izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Tengo la enorme suerte de ser lo que siempre he querido ser: jurista y escritor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La lectura y el cine.
¿Y sus virtudes?
Me gusta ayudar. Aunque, por desgracia, en este país los favores no se perdonan.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pensaría en mi familia, en mis seres queridos. Aunque me imagino que sería más útil pensar dónde está el flotador.
T. M.