sábado, 3 de junio de 2017

Entrevista capotiana a Lea Vélez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Lea Vélez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Un piso en Brighton con ventana junto al mar.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los animales son gente.
¿Es usted cruel?
Una vez alguien me dijo que estaba siendo cruel. Creo que tenían una idea equivocada de lo que significa esa palabra.
¿Tiene muchos amigos?
Nadie tiene muchos amigos o al menos, lo que yo entiendo por verdaderos amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sepan pillar la ironía.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Suelen sorprenderme.
¿Es usted una persona sincera? 
Hace poco dijeron de mí que escribo "sin los tapujos de la civilizada modestia". Yo a esto le llamo "sinceridad".
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Hago solo lo que me gusta, así todo mi tiempo es libre. En mi caso, escribo. A veces leo, que es como escribir al revés.
¿Qué le da más miedo?
Yo misma. Me temo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Lo mal que tratamos a los niños.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Habría sido cantante. Escribir es lo más parecido que conozco a cantar por dentro.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Hago 100 kilómetros al día en coche, para llevar y traer a mis hijos al colegio.
¿Sabe cocinar?
Me crió una gran cocinera, me eduqué comiendo cosas maravillosas. Cocino como si cantara.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Escribir sobre un personaje inolvidable me parece una redundancia. Escribiría siempre sobre alguien completamente olvidado. Como cuando escribí sobre Francesc Boix.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mañana.
¿Y la más peligrosa?
Prometo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Al fontanero que me instaló mal el desagüe del fregadero.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me gustaría un sistema en el que pudiera escoger a la persona, no al partido.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Creo que no me importaría ser un pájaro feliz.
¿Cuáles son sus vicios principales?
¿Qué es un vicio? ¿Comer, beber, tomar café, comerse las uñas? No sé que es un vicio. Me suena a algo religioso. Si un vicio es algo que hacemos y que nos hace sentir culpables y que debemos confesar para ser perdonados, supongo que la pereza.
¿Y sus virtudes?
No, de eso no tengo. Estoy hecha de muchos defectos pintorescos.  Espero haberlos maquillado con los años, el humor y la inteligencia para que cuelen como virtudes.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Estaría tan ocupada buscando una solución, que no sabría que me estoy ahogando.

T. M.