sábado, 29 de julio de 2017

Entrevista capotiana a José Carlos Cataño

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Carlos Cataño.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? 
Un barranco junto al mar. 
¿Prefiere los animales a la gente? 
Primero los gatos, luego los gorriones, después los vencejos y de fondo las ucranianas. 
¿Es usted cruel? 
Conmigo mismo. No sé de dónde me viene esta insistencia en destruirme. 
¿Tiene muchos amigos? 
Empecé por muchos. Luego se transformaron. Ahora soy yo quien los elude. 
¿Qué cualidades busca en sus amigos? 
La inteligencia, la belleza moral, la coherencia, la bondad, la ternura. 
¿Suelen decepcionarle sus amigos? 
A estas alturas todo lo comprendo, aunque todavía tengo capacidad para tirarme de los pelos por tanta ingenuidad de mi parte. 
¿Es usted una persona sincera? 
Sí. Me reservo algunas insinceridades porque todo es relativo. 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? 
No tengo tiempo libre. Aun con los ojos en el techo estoy trabajando. 
¿Qué le da más miedo? 
Los finales. 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? 
La crueldad y la impunidad. 
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? 
Habría sido explorador. 
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? 
Agacharme y cargar libros. 
¿Sabe cocinar? 
Sí. 
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? 
No tengo a nadie inolvidable. 
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? 
Adelaide. 
¿Y la más peligrosa? 
Prefiero no conocerla. 
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? 
Sí. Pero me da miedo la violencia. 
¿Cuáles son sus tendencias políticas? 
Cada vez se parecen más a las que tenía de adolescente, tamizadas por un gran descreimiento de la humanidad y de la idea de progreso. 
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? 
El otro. 
¿Cuáles son sus vicios principales? 
La pereza vestida de inconstancia. 
¿Y sus virtudes? 
La constancia, que a veces es lealtad y fidelidad a unos principios. 
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? 
Que alguien ha dejado el grifo abierto.
T. M.