martes, 26 de septiembre de 2017

Entrevista capotiana a Manuel Arranz

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Manuel Arranz.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Un lugar alejado y atrasado, preferentemente a la orilla del mar. O, en su defecto, Roma. Conozco poco mundo. Me hubiera gustado vivir en Pompeya, antes de la erupción del Vesubio claro.
¿Prefiere los animales a la gente?
La gente, por supuesto. Pero me gustan los animales.
¿Es usted cruel?
De vez en cuando, pero sólo conmigo mismo, jamás con los otros. Aunque desgraciadamente he hecho daño a algunas personas a las que quería.
¿Tiene muchos amigos?
No, muy pocos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Confianza, sentido del humor, inteligencia (en menor grado), bondad…
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
De vez en cuando. Pero yo también debo de ser decepcionante.
¿Es usted una persona sincera?
Casi siempre. Cuando escribo, siempre. 
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo novelas, nunca leemos suficientes novelas. También escuchando música.
¿Qué le da más miedo?
La soledad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La injusticia, la violencia, la crueldad, la estupidez…
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No lo sé. La vocación no se elige. Escribo, pero no me considero escritor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Andar, pero no ando lo suficiente.
¿Sabe cocinar?
Por supuesto. Mi ensaladilla rusa es única.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A una mujer. Por ejemplo a Simone Weil. O a Hannah Arendt.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza, justicia, compasión, bondad…
¿Y la más peligrosa?
Amor, sin ninguna duda.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Jamás.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
De izquierdas, pero con matices. Hoy en día es difícil ser algo sin matices. Incluso en la verdad hay matices.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Pianista. Seguramente también pintor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La lectura, la filosofía, Bach… Ah, lo olvidaba, también las mujeres.
¿Y sus virtudes?
El silencio, el arrepentimiento, el perdón (incluso a mí mismo), y, en los momentos difíciles, el humor. También la ironía.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
¿Por qué no habré aprendido a nadar mejor?
T. M.