martes, 13 de marzo de 2018

Entrevista capotiana a Antonio Fontana


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Fontana.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La casa de mi infancia, donde todo aún era posible y todo estaba aún por descubrir.
¿Prefiere los animales a la gente?
Por regla general, sí. Algunos pueden llegar a devorarte, pero lo hacen sin malicia; y jamás te juzgan.
¿Es usted cruel?
Sólo con mis personajes.
¿Tiene muchos amigos?
Los suficientes.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que tengan defectos; cuantos más, mejor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Igual que yo a ellos. Pero se nos pasa enseguida.
¿Es usted una persona sincera?
Demasiado, y así me va...
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo más que escribiendo. Soy muy vago; por eso prefiero los libros de los demás; que el trabajo lo hagan los demás.
¿Qué le da más miedo?
El dolor físico. Me aterra.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Nada me escandaliza ni me escandalizo de nada, estoy curado de espanto.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Abrir una librería. Tengo alma de librero. Sé que sería el librero perfecto, aconsejando a los demás qué leer y por qué.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ninguno; salvo que pasar las páginas de un libro cuente como ejercicio físico.
¿Sabe cocinar?
Me defiendo, que no es poco. Y hasta ahora nadie ha muerto envenenado después de probar mi comida.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Barbra Streisand. Ya es inolvidable.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
“Mañana.”
¿Y la más peligrosa?
“Amor.”
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí. Todos los días. Constantemente.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que me acercan a quienes favorecen al ciudadano por encima del Estado. Y eso, hoy, no lo hace nadie: ni la izquierda ni la derecha ni el centro. Aunque todos digan que sí, todos van a lo suyo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Cantante, músico... La música me atrae más que la literatura.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La puntualidad. El orden. La timidez. Creerme menos que los demás. Ser mi peor enemigo. Ya vale, ¿no?
¿Y sus virtudes?
La ambición, la ambición y la ambición, en ese orden o en cualquier otro. No hay mejor combustible.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Espero que lo que se me pase por la cabeza sea la idea de que podré sobrevivir; de que no voy a morir; de que, a pesar de todo, seré capaz de salvarme.
T. M.