lunes, 24 de septiembre de 2018

Entrevista capotiana a Maribel Andrés Llamero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Maribel Andrés Llamero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La única opción que no se me plantea como pesadilla, sería una biblioteca, necesariamente luminosa y desde la que se pueda ver la calle. Cuanto más grande mejor. No se me ocurre otro lugar que reúna en sí todas las posibilidades: de distracción, ocio, aprendizaje, conocimiento y también de movimiento, de viaje interior. Si no hablamos de soledad absoluta, si la pregunta se refiere a algún espacio en sentido amplio, pueblo, o ciudad, diría que elijo el lugar donde estén la mayoría de mis afectos.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, en términos generales en términos relativos, si la comparación se establece con ciertas personas concretas, es probable que sí. No obstante lo que está claro es que ya es hora de que el ser humano entienda que la naturaleza no le pertenece, sino que forma parte de ella y que, por tanto, es necesario que conviva en armonía con el entorno y con los demás seres vivos. Como especie, somos la vergüenza de la creación.
¿Es usted cruel?
No. Soy capaz de serlo, pero lo evito siempre. Entiendo que se es cruel con quien se puede, con quien, puntualmente, tiene una debilidad. Ese abuso de la "superioridad" la rechazo de plano. No hay nada más indigno.
¿Tiene muchos amigos?
Bueno, he vivido en muchos lugares y soy suficientemente sociable, así es que conozco a bastantes personas con las que he compartido mi tiempo y por las que siento cariño. Lo cual no significa que las relaciones y el compromiso que establezco con todos los conocidos sean idénticos, o que sean amigos, con el grado de cercanía que esto supone. Al círculo más próximo de mi intimidad -soy muy pudorosa- muy pocos son los que acceden, y esa 'selección' es algo natural, se debe a una conexión especial, sin más.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lo cierto es que a priori no busco ninguna cualidad; sobre todo porque entiendo que la amistad es un encuentro y, en ese sentido, siempre voy al otro con voluntad de dejarme sorprender. Pero es cierto que en mis amistades íntimas hay dos o tres cualidades que se repiten siempre: sensibilidad y buen humor. También la inteligencia.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No es nada habitual. En un par de ocasiones alguien no estuvo a la altura de la idea que yo tenía de esa persona, nada más. Creo que he aprendido, como el rey de El Principito, que sería mi culpa si esperase de un general que volase de una flor a otra; así es que trato de no esperar nada antes de conocer realmente a quien tengo delante.
¿Es usted una persona sincera? 
Digamos que intento no mentir nunca. Eso no implica por mi parte una actitud de sinceridad absoluta, porque no me gusta ser grosera ni herir sin motivo: huyo de aquello que no quiero decir. Es probable que se me acuse de elegir el silencio demasiadas veces.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
El tiempo libre intento no 'ocuparlo', me gusta más bien que se me escurra entre las manos, lentamente. Lo mejor del tiempo libre es que es pausado por definición y uno puede leer por placer, escribir, pasear, ir al cine, reírse con los amigos; o, por el contrario, si es su deseo, ver el día pasar, la inacción más absoluta.
¿Qué le da más miedo?
Esta pregunta es muy fácil para mí: la muerte. No la mía, que más que miedo me produce tristeza; sino la de mis seres más queridos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza que la mitad del mundo pase hambre; me escandaliza la deriva de la política en muchos países al mismo tiempo; me escandalizan los políticos de este país, que la corrupción se acepte, que destrocen nuestro futuro, la sanidad, la educación y, sobre todo, que en este panorama la gente se sienta a salvo: los grandes cambios siempre suceden poco a poco, con sigilo. Un día nos preguntaremos 'cómo hemos llegado a esto'.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Ojalá algún día pueda dedicarme en exclusiva a la literatura. Mientras tanto, paso los días dando clases, lo cual para mí también tiene necesariamente mucho de creatividad. Hasta cierto punto me da la sensación de que uno puede llevar la creatividad prácticamente a cualquier actividad. La resolución de problemas tiene todo que ver con la imaginación.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Antes solía hacer bastante deporte —encuentro cierto placer en el agotamiento corporal—, pero las obligaciones laborales ahora solo me permiten un par de horas semanales de ejercicio moderado.
¿Sabe cocinar?
Al menos me encanta hacerlo. Siempre —y es algo que he aprendido de mi madre, gran cocinera entre otras cosas— he creído que es otra manera de querer, otra de las formas del amor.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No leo el Reader's Digest, pero escogería a alguien anónimo —o desconocido en gran medida—, cuya labor desapercibida haya sido importante para nuestra sociedad. Desde luego ningún personaje con el que ya de por sí la historia va a ser generosa.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Probablemente 'mañana'.
¿Y la más peligrosa?
Quizá 'yo', o el posesivo 'mío'.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Hay personas —no de mi entorno, del ámbito público— que me gustaría que no existieran, o que desaparecieran, aunque no a mis manos. Nunca decido el modus operandi, porque al fin y al cabo no pasa de ser una fantasía. Es que, en realidad, me bastaría con que se callasen o que la sociedad los ignorase.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Sin casarme con partidos, me identifico con los valores de la izquierda, con la idea de la igualdad social a todos los niveles. Creo firmemente en la necesidad de lo público, en que el deber del estado es cuidar de los ciudadanos y ayudar especialmente a quienes más lo necesiten.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Música. Cantante de rock. Antropóloga. Jardinera. No lo sé. La imaginación se me desboca.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Sin duda muchas personas tendrán vicios más interesantes que los míos. El mayor es muy probable que sea gastarme el dinero que tengo —y el que no tengo— comprando libros para los que ya no tengo espacio. Viajar podría ser un vicio, aunque si no tengo ocasión de hacerlo tampoco tengo 'síndrome de abstinencia'. También es un 'vicio' mi inclinación por la nocturnidad, acostarme tarde —lo que conlleva el terrible deseo de querer levantarme tarde.
¿Y sus virtudes?
Este tipo de preguntas no las suelo responder nunca por pudor, pero sobre todo por cordura: puede que la imagen que tengo de mí misma esté muy alejada de la que tienen los amigos de mí. Por mencionar al menos una: la defensa de la alegría.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Con seguridad primaría el instinto de supervivencia y todas mis acciones, también mentales, irían encaminadas a salir viva de esa. Suponiendo que estuviese ya resignada, imagino que alguna escena de un momento feliz con mi familia, o mi pareja. Y el deseo de que ese sentimiento de plenitud y agradecimiento pudiese llegarles a ellos, allá donde estuvieran.
T. M.