En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Georgina Higueras.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Tarragona.
Me apasionan sus ruinas romanas, el peso de la historia en esta pequeña ciudad.
No podría vivir sin la intensidad cromática del Mediterráneo. Aunque hay lugares
que me encantan, en especial en China y el sureste asiático, sin embargo, esa
sensación de “no poder salir jamás”, creo que solo la soportaría bien en un
lugar íntimamente ligado a todo lo que me gusta: el mar, el vino, la historia,
el azul del cielo, el verde de los pinos que descienden hacia la inmensiadad
azul del mar; el amarilloverdoso del aceite de oliva; el olor del pan recién
hecho y de las verduras asadas. Si Tarragona no fuese posible, sería Heraklion
siempre que se considerase Cnossos una parte irrenunciable de ella.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los
animales me gustan inmensamente, pero no tengo dudas de que elegiría siempre a
la gente. Necesito ese punto más de comunicación que me dan las personas frente
a los animales, aunque los animales puedan ser más fiables y leales.
¿Es usted cruel?
No.
Detesto la crueldad, aunque reconozco que en un par de ocasiones que me he
sentido muy acorralada, he tirado por el camino fácil de la crueldad.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo
muchos conocidos, pero pocos amigos. La amistad exige altruismo, solidaridad,
intimidad, amor, comprensión, respeto y muchos otros dones difíciles tanto de
dar como de recibir.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Entrega,
sinceridad, honestidad, amor y respeto
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí, sobre
todo antes. He salido escaldada y ahora hay menos posibilidades de que
califique de amigo a quien no lo es. Antes era muy confiada y veía amigos donde
había compañeros de trabajo o de juergas.
¿Es usted una persona sincera?
Sí, pero
creo que en mi caso no tiene mérito. Soy sincera porque no se mentir. Se me
descubre de inmediato. Solo tienes que mirarme a los ojos.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Disfrutando del
paisaje, de contemplar el mar, el cielo y la tierra. Leyendo, escribiendo y
comiendo con gentes cercanas: familiares, amigos o conocidos. Me gusta
entretenerme con mis plantas y también ir al cine, teatro, ballet, óperas y
conciertos.
¿Qué le da más miedo?
Las cucarachas
y los hombres y mujeres fuera de control por alcohol o drogas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Que las
mujeres paguemos por las debilidades de los hombres.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
No puedo
presumir de ser creativa. Escribir En busca de mi hermana china me ha costado
cuatro años, porque me costaba enormemente levantar los pies del suelo. Llevo
el periodismo incrustado en mi alma y la realidad y la exactitud me persiguen
como lobas. En mi novela la ficción es casi una excusa para narrar la historia
del siglo XX y los albores del XXI en China; para dar voz a las personas que
conforman la sociedad china y asisten a los vertiginosos cambios que se están
produciendo en el país.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Si, hago
yoga, tai-chi, pilates y acua-gym. También me gusta mucho andar.
¿Sabe cocinar?
Con libro,
lo que me pidan. Mi familia y amigos dicen que cocino muy bien, yo creo que
solo se puede decir que una persona cocina bien si se le entregan un puñado de
productos y hace un plato delicioso sin seguir la receta de nadie. Yo si no
tengo un libro al lado, no hago ni una tortilla francesa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Shizuko
Abe, una víctima de la bomba atómica en Hiroshima. Una mujer que en el 60º aniversario
del holocausto nuclear fue capaz de romper el muro de silencio tras el que se
ocultó durante seis décadas. Para mí fue una entrevista inacabada y si yo hubiese valiente y me hubiese quedado
un tiempo en Hiroshima estoy segura de que ella habría sido “el personaje
inolvidable”.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Sigue, no te pares.
¿Y la más peligrosa?
Miedo. No
hay nada peor que el miedo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, solo
quiero que se vayan de mi vida y no aparezcan nunca más. Enemigo que huye
puente de plata. Soy muy árabe en eso.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me considero
una mujer de izquierda, contraria a todos los nacionalismos; atea, aunque defensora
de respetar todas las creencias religiosas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Directora
de orquesta, astrofísica o cultivadora de orquídeas.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Demasiado exigente;
exijo a los demás casi tanto como a mí.
¿Y sus virtudes?
El tesón. Nunca me
doy por vencida.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Soy claustrofóbica y
no puedo imaginarme que me estoy ahogando porque es demasiado angustioso. Lo
único que soy capaz de dejar que pase por mi cabeza es la imagen de alguien que
me conduce hacia un barco tras rescatarme de un desvanecimiento.
T. M.