lunes, 1 de octubre de 2018

Entrevista capotiana a Susana Quiroga


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Susana Quiroga.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No lo encontraría, porque me gusta conocer paisajes de naturaleza y gente distintas. Quizás, otro lugar, además del mío dibujado en yungas, montañas frondosas y ríos murmuradores, un pueblo de pescadores del caribe, Bayahibe. De casitas coloridas y gente amable risueña, visitado por gente de todo el mundo, de mar azul y playa blanca, plenos de libertad.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, nada hay más importante que la gente, aunque amo a los animales. Mi mascota es una lady, se llama Evaluna, solo le falta hablar.
¿Es usted cruel?
Creo que no. Me duele el dolor de los otros.
¿Tiene muchos amigos?
No tantos, sí, muchos conocidos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Busco la lealtad y la reciprocidad de valores y sentimientos. Que sean alegres y positivos. Escapo a los neuróticos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
A veces, y me dejan mal. Corto con ellos, me distancio, hasta que se me pasa y provoco el encuentro. Y entonces, los rescato y me siento maravillosamente bien.
¿Es usted una persona sincera? 
Creo que sí. Prefiero callar cuando algo no me agrada. Aunque mi mirada me delata. Y como mujer sumisa, la escondo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Escribiendo, leyendo, jugando con mis nietos, encontrándome con los amigos en medio de guitarreadas, cantos, bailes y música.
¿Qué le da más miedo?
La injustica, la violencia, la intolerancia.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
No, nada me escandaliza tanto como para que me inmovilice. Sí, me asusta la falta de generosidad por el otro, por los niños, los pobres, los ancianos, los débiles.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiera gustado ser, también, cantante y seguir bailando, meciéndome con la armonía.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
La natación. El agua me subyuga en las piscinas o en el mar. La del río me llama.
¿Sabe cocinar?
Sí, pero no lo cuento para que no me demanden. No es mi rubro, pero los olores y sabores tienen magia.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A una mujer luchadora, poeta o madre. Poeta, de mi país, Alfonsina Storni. Madre, la mía que tiene 96 años y lucha por seguir siendo.
 ¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.
¿Y la más peligrosa?
Pasión.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Solo asustarlo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No creo en las esquemáticas, pero sí estoy con aquella tendencia que se ocupa de los vulnerables, de los que sufren, de los que saben amar.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Ya lo contesté.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La intensidad. Me hace sufrir terriblemente.
¿Y sus virtudes?
La intensidad. Me hace vislumbrar un mundo mejor.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Serenidad para luchar por salvarme o Serenidad que busca el más allá, donde alguien o muchos brazos me esperan para salvarme.
T. M.