Hoy sale a la venta mi nuevo libro, No habrá muerte. Letras del gulag y el nazismo: de Borís Pasternak a Imre Kertész, el tercero que me publica la editorial Fórcola. Como siempre, su editor, Javier Jiménez, cuida cada detalle para que todo tenga un aspecto inmejorable, una calidad técnica exquisita. En esta ocasión, la salida de mi ensayo coincide (y así se destaca en una faja que se ha puesto en cada ejemplar) con el centenario del nacimiento de Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2018), el Premio Nobel autor de Archipiélago Gulag.
A continuación, el texto de contracubierta:
Dos de las masacres humanas y los regímenes autoritarios más espeluznantes del siglo XX –la demencia nazi, junto con el Holocausto, y el sistema opresivo y sanguinario comunista– reciben desde hace años una atención inabarcable y cobran poco a poco más espacio a través de investigaciones, papeles desclasificados y novelas que parecen no tener fin, logrando una permanente actualidad según se van celebrando los distintos aniversarios. Con el paradójico y casi místico título de No habrá muerte, que remite a una cita de El doctor Zhivago, de Borís Pasternak, se ofrece una vista panorámica de lo que para cientos de escritores ha significado histórica y literariamente tanto la Revolución rusa y la creación de la Unión Soviética, más la dictadura de Stalin, como el nacionalsocialismo ascendente que eclosiona con la llegada al poder de Hitler y el asesinato indiscriminado de millones de personas en los campos de exterminio nazis.
Toni Montesinos revisa y comenta la más reciente bibliografía al respecto, convocando a un gran número de escritores que sufrieron la intimidación política y pese a ello desarrollaron una obra denunciadora y valiente. De tal modo que irán apareciendo los que tanto por un lado –Aleksandr Solzhenitsyn, Marina Tsvietáieva…– como por otro –Primo Levi, Imre Kertész…– quedaron marcados por esta violencia despiadada. Asimismo, surgirán otros, como Wisława Szymborska y Czesław Miłosz, o Ilyá Ehrenburg y Joseph Brodsky, que optaron por el exilio, la resignación o la equidistancia, en unas páginas en las que se asoman también Josep Pla, Doris Lessing, Milan Kundera, George Orwell o Vaclav Havel.
El ensayo, que se completa con una estremecedora cronología literario-suicida, se sumerge en los orígenes de ambos terrores –con el trasfondo además del mundo del espionaje y de las policías secretas– y alcanza hasta la desnazificación y la caída del Muro de Berlín.